Kyle Willis despertó el domingo en México mientras sopesaba sus distintas opciones para ingresar a Estados Unidos después de que la semana pasada le negaron la entrada en el tramo más resguardado de la frontera con Texas.
El jamaiquino de 23 años, quien dijo que abandonó su país luego de enfrentar ataques y discriminación debido a su sexualidad, había seguido los mismos pasos que una cantidad sin precedentes de migrantes en los últimos dos años e intentó cruzar el río Bravo (o Grande) en la ciudad fronteriza de Eagle Pass. Pero regresó empapado luego de pasar horas en el río sin lograr convencer a los soldados de la Guardia Nacional de Texas que estaban detrás de una valla de alambre de púas.
“No es algo que dicen para disuadir a la gente de entrar. Es real”, dijo Willis, quien por el momento se aloja en un albergue en Piedras Negras.
Su experiencia podría ser considerada una victoria para el gobernador de Texas Greg Abbott, quien regresó el domingo a Eagle Pass con más de una decena de gobernadores republicanos que han celebrado su enfrentamiento con el gobierno federal en torno a la aplicación de las leyes de migración. Pero el descenso en la cantidad de cruces forma parte de una compleja mezcla de acontecimientos en la frontera sur de Estados Unidos, incluida una mayor aplicación de la ley en México.
























