Afganistán ha sido centro mundial de noticias desde que Estados Unidos y la OTAN decidieron retirar sus tropas. Más allá de la situación de vulnerabilidad en la que se quedan millones de mujeres, niños y extranjeros, hay situaciones que también debemos considerar para entender lo que puede pasar en esta conflictiva región centro-asiática.
Muchos de los problemas que ha enfrentado Afganistán desde tiempos muy lejanos, son los que proceden de su ubicación. Estratégicamente está en el paso de Asia, región nombrada en el siglo pasado como “Heartland”, el corazón de Asia, acompañando una teoría en la cual quien controle la región, controlará el mundo.
El inesperado vacío que provoca la salida de las potencias occidentales, hace que la dañada economía afgana, dependiente en los últimos años de las ayudas internacionales, se desvanezca. Esto llevará a los talibanes a buscar la manera de sobrevivir.
De inmediato, se acercó Pekín, dispuesta a negociar en paz con quien ocupara el poder, con el cinismo ya muy frecuente de los comunistas chinos. La posición de Afganistán es sumamente deseada por Xi Jinping, ya que la estrategia pública de Pekín es la Ruta de la Seda, un pasaje comercial que una oriente y occidente, y que naturalmente pasará por territorio afgano.
Además, es un paso clave en la salida comercial de energéticos de los países al norte de Afganistán, que poseen reservas importantes de petróleo y gas, pero requieren infraestructuras para comercializarlos. El diseño de oleoductos que cruzan Afganistán, está ya muy avanzado.
Pero no solo su posición geoestratégica es importante. A partir de este siglo se han detectado yacimientos muy importantes de minerales codiciados como oro, plata, cobre, zinc y mercurio y aluminio; además de ciertos minerales extremadamente buscados para componentes electrónicos, baterías y desarrollo industrial: níquel, cadmio y litio.
La voraz demanda de materias primas y recursos minerales ha llevado a China a tomar el control de decenas de países en Asia, África e incluso en América (Venezuela). La situación de su vecino Afganistán supone que invertirán lo que sea posible en materia política, diplomática y financiera para obtener control en esta zona.
China tiene una pequeña frontera con Afganistán, curiosamente en la región Uigur, donde los comunistas mantienen en un régimen de terror a la minoría musulmana, con campos de concentración y políticas de exterminio. Habrá que ver si la postura de los talibanes será solidaria con sus correligionarios chinos, gravemente reprimidos por la potencia comunista.
De esta manera, hay una región del mundo, estratégicamente situada, con recursos minerales y rutas comerciales importantísimas, que padece una gran miseria y necesidad y tiene un gobierno de facto, conocido por su crueldad, colindando con quienes desean controlar el mundo y necesitan los recursos de Afganistán.
China aprovechará esta oportunidad al máximo. Podremos ver su respaldo al régimen talibán con tal de hacerse de tales recursos, sabedores de que los derechos humanos y las libertades de las personas siempre han sido un estorbo para los comunistas.
* El autor es presidente de la Comisión Mexicana de Derechos Humanos y analista político.