s hora de que más de 130 líderes mundiales sientan el calor.
Más de 130 jefes de Estado pasarán el lunes y el martes por el estrado en las cruciales conversaciones climáticas internacionales en Escocia y hablarán sobre lo que va a hacer su país ante la amenaza del calentamiento global. Desde el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, al presidente de Seychelles, Wavel John Charles Ramkalawan, se espera que digan que su país hará todo lo que pueda, desafíen a sus colegas para que hagan más y en general suban el tono de sus mensajes.
“Hace mucho que la humanidad ha agotado el tiempo en el cambio climático”, diría el primer ministro británico, Boris Johnson, en la sesión inaugural del lunes, según el extracto de declaraciones preparadas que publicó su oficina el domingo por la noche. “Queda un minuto para la medianoche y debemos actuar ahora”.
Los jefes de gobierno más destacados, como Biden, Johnson, el indio Narendra Modi, el francés Emmanuel Macron e Ibrahim Solih, presidente de las afectadas Maldivas, tomarán la palabra el lunes.
Y después, los líderes se marcharán.
La idea es que hagan los grandes gestos políticos, tracen las líneas generales de acuerdo y después deleguen en otros funcionarios para concretar los cruciales detalles. Ese fue el sistema que permitió alcanzar el histórico Acuerdo de París de 2015, explicó a The Associated Press la exsecretaria de clima de Naciones Unidas Christiana Figueres.
“Para los jefes de Estado, en realidad es un uso mucho mejor de su capacidad estratégica”, dijo Figueres.
En París, los mandatarios marcaron los dos objetivos -intentar limitar el calentamiento a 1,5 grados Celsius (2,7 grados Fahrenheit) desde la era preindustrial y alcanzar las emisiones neutras de dióxido de carbono para 2050- en la primera parte del proceso, dijo Figueres. En la infructuosa cumbre de Copenhague de 2009, los líderes llegaron al final.
Miles de personas hacían fila en una mañana fría y ventosa en la ciudad escocesa de Glasgow para pasar el control de acceso al recinto. Pero lo que será perceptible son un puñado de grandes ausencias.
Xi Jinping, presidente de China, el mayor emisor de dióxido de carbono, y el presidente de Rusia, Vladimir Putin, no acudirán a Glasgow. El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, también decidió no viajar, según indicó la agencia estatal turca Anadolu, que no dio un motivo para el cambio de planes.
Figueres señaló que la ausencia del mandatario chino no es tan grave -aunque Biden reprendió a China el fin de semana- porque no va a abandonar el país durante la pandemia y su enviado climático es un negociador veterano.
Más problemáticos son los pequeños países de islas del Pacífico que no pudieron asistir por las restricciones de COVID-19 y logística. Es un gran problema porque sus voces transmiten una sensación de urgencia a la cumbre, dijo Figueres.
Kevin Conrad, negociador de Papúa Nueva Guinea y que también preside la Coalición de Naciones de Bosques Pluviales, dijo que tenía la vista puesta en los grandes emisores de dióxido de carbono. “Creo que es muy importante que Estados Unidos y China muestren liderazgo como los dos principales emisores. Si ambos pueden mostrar que se puede hacer, creo que darán esperanza al resto del mundo”.
Pero antes de la cumbre climática de Naciones Unidas, conocida como COP26, los jefes de gobierno de las mayores economías del mundo, reunidos en su propia cumbre del Grupo de los 20 en Roma, hicieron vagas promesas en materia climática en lugar de comprometerse a acciones firmes, y dijeron que buscarían la neutralidad de emisiones “para o en torno a mediados de siglo”. Los países también acordaron dejar de financiar la generación de energía con carbón en el extranjero, pero no marcaron una fecha para abandonar el carbón en sus país, un claro gesto hacia China e India.
Los países del G20 producen más de tres cuartas partes de las emisiones de calientan el planeta. Italia, anfitriona del G20, y Gran Bretaña, que acoge la cumbre de Glasgow, aspiraban a que se marcaran metas más ambiciosas en Roma.