México retomó el domingo las conmemoraciones multitudinarias por el Día de Muertos, luego de que el año pasado se prohibieran las tradicionales visitas a los panteones debido a la pandemia de coronavirus.
La pausa de un año, sin embargo, demostró cómo la tradición se niega a morir: La mayor parte de las familias celebraron de todas formas con altares en sus casas para sus seres queridos fallecidos, y algunas personas se infiltraron a los cementerios.
Gerardo Tapia Guadarrama fue una de muchas personas que acudieron al panteón el domingo. Visitó la tumba de su padre, Juan Ignacio Tapia, quien murió en mayo de 2020 de una trombosis.
A pesar de que los cementerios mexicanos cerraron sus puertas a los visitantes el año pasado para evitar la propagación del COVID-19, la tradición es tan fuerte que su hijo de todas formas logró ingresar a un panteón del Valle de Chalco, un suburbio ubicado al oriente de la capital mexicana.
“El año pasado estaba prohibido, pero sí se pudo”, dijo Tapia Guadarrama con timidez. La mayor parte del panteón está rodeado por bardas de baja altura, que son fáciles de saltar.
“Recordar es vivir”, añadió. “Lo que más quieren (los muertos) es que les visiten los que en vida estuvieron con ellos”.
La festividad comienza el 31 de octubre, recordando a los que murieron en accidentes; continúa el 1 de noviembre para conmemorar a los que fallecieron en la niñez, y concluye el 2 de noviembre con el recuerdo de los adultos muertos.
Las festividades incluyen reunir a toda la familia para limpiar y decorar las tumbas, las cuales se cubren de flores de cempasúchil. Tanto en los cementerios como en los altares caseros, los familiares encienden veladoras y colocan ofrendas con las comidas y bebidas favoritas de sus parientes muertos.
En el centro de la Ciudad de México se colocó un altar especial dedicado a aquellos que murieron de COVID-19. A los familiares se les permitió ingresar a la plaza, acordonada para el resto de los visitantes, y se les ofreció equipamiento para imprimir fotografías de sus seres queridos, las cuales podían colocar en un muro de color negro junto con un mensaje escrito a mano.
Fue un recordatorio callado y solemne en un país en donde los fallecimientos por coronavirus alcanzaron a casi todas las familias extendidas.
México reporta más de 288.000 muertes por COVID-19 confirmadas por análisis médicos, pero los decesos probables relacionados al coronavirus según las actas de defunción indican que la cifra estaría más cercana a los 440.000, lo que de acuerdo a algunos conteos sería la cuarta mayor a nivel mundial.
Para un país donde por lo general las personas mueren rodeadas de sus familiares, el COVID-19 fue particularmente cruel, ya que los seres queridos eran trasladados a carpas, donde morían aislados.
“Lo único que acerté a decirle a mi padre fue que por favor hiciera todo lo que los médicos le pedían”, dijo Gina Olvera sobre su papá, quien falleció de coronavirus. “Eso fue lo último que hablé con él”.
Una mujer lloraba mientras colocaba la foto de una familiar. Otra, Dulce Moreno, estaba tranquila pero triste mientras pegaba las imágenes de su tío y de su abuelo, Pedro Acosta Núñez, quienes murieron por complicaciones relacionadas con el COVID-19.
“Todos lo extrañamos. La casa se siente vacía sin él”, declaró Moreno.
Para la mayoría fue, por sobre todas las cosas, un feliz regreso a las actividades públicas como los altares y el extravagante desfile del Día de Muertos que la capital mexicana adoptó después del que se llevó a cabo en la película “Spectre” de James Bond, de 2015.
“Estas fechas no son tristes; es una oportunidad de recordar a los muertos con mucha alegría”, dijo Otilia Ochoa, una ama de casa que acudió a tomar fotografías de las ofrendas junto a decenas de personas más. “Lo que es bueno es recuperar este contacto, el poder tener esta libertad que habíamos perdido” durante la pandemia.
Decenas de miles de personas en la Ciudad de México — casi todas con mascarillas a pesar de la relativamente elevada tasa de vacunación en la capital — se reunieron el domingo a lo largo de la Avenida Paseo de la Reforma, la principal de la ciudad, para ver el desfile de esqueletos danzantes, bailarines y carros alegóricos.
Hubo algunas referencias al coronavirus durante el desfile, así como una sección completa de actores vestidos de esqueletos que representaban a los vendedores ambulantes de la capital mexicana.
“¡Estamos aquí para celebrar la vida!” dijo la secretaria de Turismo de la Ciudad de México, Paola Félix Díaz, al momento de inaugurar el desfile.
Las actividades en grupo más riesgosas, como las fiestas de disfraces al estilo del Halloween y el pasar a las casas a pedir dulces, aún no se retoman. Pero los niños aprovecharon la oportunidad para vestirse con disfraces del Día de Muertos, como las catrinas — representaciones mexicanas de la muerte —, o con overoles rojos de la popular serie de Netflix “Squid Game”.
Culturalmente, México ha tenido una actitud muy distinta ante la muerte, más social, de mayor aceptación que en muchas otras partes del mundo. Con frecuencia, los sepelios y funerales en el país son muy elaborados, eventos que pueden durar varios días y reunir a vecindarios y familias completas para comer, rezar y recordar.