Las bulliciosas calles de la capital haitiana estaban en silencio y prácticamente desiertas el lunes después de que miles de trabajadores, molestos por la falta de seguridad en el país, realizaron una huelga para protestar.
La huelga se llevó a cabo apenas dos días después de que 17 integrantes de un grupo de misioneros con sede en Estados Unidos fueran secuestrados por el crimen organizado.
Agencias estadounidenses, incluyendo al FBI, trabajaban en conjunto con las autoridades de Haití para intentar garantizar la liberación de los 12 adultos y cinco menores relacionados con el grupo Christian Aid Ministries, con sede en Ohio, que desaparecieron el sábado durante un viaje para visitar un orfanato.
Se trata del mayor secuestro de su tipo que se haya reportado en los últimos años. Las pandillas haitianas se han vuelto más osadas en medio de la actual inestabilidad política, una profunda crisis económica y un incremento de la violencia que han llevado a que cada vez más personas salgan del país.
La policía de Haití dijo a The Associated Press que el secuestro fue perpetrado por la pandilla 400 Mawozo, un grupo con un largo historial de asesinatos, secuestros y extorsión.
Mientras las autoridades buscan la liberación de los 16 estadounidenses y un canadiense, la huelga encabezada por los sindicatos locales y otras organizaciones paralizó buena parte de la vida diaria en Puerto Príncipe. Los conductores de transporte público se quedaron en casa, y las tiendas y escuelas permanecieron cerradas.
“La población ya no aguanta más”, dijo Holin Alexis, un chofer de mototaxi que participó en la huelga.
Las barricadas de neumáticos incendiados cerraban el paso en algunas calles de la capital y de otras ciudades, como Les Cayes, en el sur del país, y algunas personas arrojaron piedras hacia los conductores que ocasionalmente transitaban por el lugar.
Sólo un puñado de conductores de mototaxis, como Marc Saint-Pierre, recorrían las calles de Puerto Príncipe en busca de pasajeros. Dijo que fue atacado por trabajar el lunes, pero no tenía otra opción.
“Tengo hijos, y tengo que llevar alimentos a mi casa hoy”, declaró.
La nación más pobre del hemisferio occidental nuevamente lidia con un aumento en los secuestros relacionados a las pandillas, los cuales habían disminuido en meses recientes, después de que el presidente Jovenel Moïse fuera asesinado en su residencia el 7 de julio y que un sismo de magnitud 7,2 cobrara la vida de más de 2.200 personas en agosto.
“Todo el mundo está preocupado. Están secuestrando a personas de todas las clases sociales”, dijo Méhu Changeux, presidente de la Asociación de Propietarios y Conductores de Haití, en declaraciones a la emisora radiofónica Magik9.
Dijo que el paro laboral continuaría hasta que el gobierno pueda garantizar la seguridad del pueblo.