La ley de infraestructuras que firma el lunes el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, supone un logro histórico en un momento de profundas divisiones políticas. Pero los compromisos necesarios para reducir las diferencias sugerían que el gasto podría no ser tan transformador para la economía estadounidense como había prometido Biden.
El presidente, que ha perdido apoyos mientras el país sigue luchando con la pandemia y una creciente inflación, ha presentado el plan de infraestructuras como una demostración de que el gobierno puede volver a funcionar. Antes de la ceremonia de firma del lunes, dio instrucciones a su gobierno el viernes de que supervisara de forma exhaustiva las próximas inversiones en carreteras, puentes, sistemas de agua, banda ancha, puertos, vehículos eléctricos y red eléctrica, para asegurarse de que se amortizan.
“Es difícil, pero aún podemos ponernos de acuerdo para hacer algo grande para el pueblo estadounidense”, dijo Biden. “Creará millones de nuevos empleos. Hará crecer la economía. Y ganaremos la competición económica mundial en la que estamos inmersos en el segundo cuarto del siglo XXI con China y muchos otros países del mundo.
Desde su aprobación parlamentaria el 5 de noviembre, Biden retrasó la firma de la peleada iniciativa hasta que los legisladores volvieran de un receso en las sesiones y pudieran acudir a una celebración bipartidista. El festejo en el jardín de la Casa Blanca incluirá gobernadores y alcaldes de ambos partidos, así como a líderes sindicales y empresariales. El domingo por la noche, antes de la firma, la Casa Blanca anunció que el exalcalde de Nueva Orleans Mitch Landrieu supervisaría la implementación del presupuesto de infraestructuras.
El presidente comenzó la campaña para vender el plan al público con una visita la semana pasada al Puerto de Baltimore. El martes irá a Nueva Hampshire para ver un puente en la lista prioritaria de reparaciones, y el miércoles a Detroit para un acto en la planta de ensamblaje de vehículos eléctricos de General Motors.
Para alcanzar un acuerdo bipartidista, el presidente tuvo que reducir en más de la mitad sus ambiciones iniciales de dedicar 2,3 billones de dólares a infraestructuras. La propuesta que se convertirá en ley el lunes incluye unos 550.000 millones de dólares en nuevos gastos durante 10 años, ya que algunos de los proyectos ya estaban previstos. Sin embargo, el gobierno lo considera como un proyecto nacional con una amplia variedad de inversiones y de formas en las que podría mejorar la vida de la gente, desde agua potable a internet de alta velocidad.
Historiadores, economistas e ingenieros entrevistados por The Associated Press celebraron los esfuerzos de Biden. Pero señalaron que un billón de dólares no alcanzaba ni de lejos para compensar décadas de dejadez del gobierno para mantener y actualizar las infraestructuras del país.
“Tenemos que ser fríos sobre cuál es nuestra brecha de infraestructuras en cuanto a nivel de inversión y abordar esto con los ojos abiertos, que no va a resolver nuestros problemas de infraestructuras en todo el país”, dijo David Van Slyke, decano de la Facultad Maxwell de Ciudadanía y Asuntos Públicos en la Universidad de Syracuse.
Biden también intentó sin éxito asociar el paquete de infraestructuras a la aprobación de un plan más amplio de 1,85 billones de dólares para familias, salud y una transición hacia energías renovables que ayudaría a combatir el cambio climático. Esa medida aún no ha conseguido apoyo suficiente de las ajustadas mayorías demócratas en el Senado y la Cámara de Representantes. Biden sigue trabajando para convencer a escépticos como el senador demócrata de Virginia Occidental Joe Manchin, sin perder el apoyo de los demócratas más progresistas.
El regateo sobre las infraestructuras ha demostrado que Biden aún puede poner de acuerdo a demócratas y republicanos, mientras sigue creciendo la tensión en torno al asalto del 6 de enero al Capitolio de Estados Unidos por parte de seguidores de Donald Trump que creen erróneamente que Biden no fue elegido de forma legítima. Sin embargo, el resultado es un paquete que podría no estar a la altura de la amenaza existencial del cambio climático o el legado transformador de Franklin Delano Roosevelt, cuyo retrato cuelga en la Oficina Oval de Biden.
“Sí, la Ley de Empleo e Inversión en Infraestructura es importante”, dijo Peter Norton, profesor de historia del Departamento de Ingeniería de la Universidad de Virginia. “Pero la ley no es transformacional, porque la mayoría es más de lo mismo”.