La fila empieza algunos días a formarse más de una hora antes antes de que abra sus puertas una despensa de alimentos en el barrio de Kensington, en Philadelphia (Pennsylvania), y cada vez es más larga: pasó de 50 ó 60 personas a inicios de año a más de 75 en los últimos meses. Francheska Serrano, que dirige las operaciones allí para el Community Center at Visitation, indica que quienes hacen fila están sufriendo el aumento continuo en el precio de los alimentos y el recorte de las ayudas aprobadas en la pandemia de coronavirus para el pago de la comida, el alquiler y otras necesidades básicas.

“Sin duda estoy viendo un montón de caras nuevas y un aumento en la cantidad de personas que vienen a nuestra despensa de alimentos”, dijo Serrano, “sólo puedo suponer que esto continuará, especialmente con la reducción de los beneficios alimentarios”.

A pesar de que la tasa de desempleo está en un nivel históricamente bajo y los salarios han subido, la necesidad de ayuda alimentaria ha ido creciendo este año, según datos del Gobierno federal, sondeos de consumidores y entrevistas con organizaciones sin fines de lucro.

En el Congreso, la reducción de las ayudas se ha convertido en un tema clave en la última batalla presupuestaria, que puede llevar a un cierre del Gobierno federal si no hay acuerdo antes del 30 de septiembre entre los republicanos, que controlan la Cámara de Representantes, y los demócratas en el Senado y la Casa Blanca.