Algunos arqueólogos describen a la capital de Perú como una cebolla con muchas capas, otros como una caja de sorpresas.
Eso fue lo que se llevó un grupo de obreros que trabajaba en la ampliación de la red de gas y se topó con ocho fardos funerarios preincaicos cerca de nuevas barriadas, una carretera y restaurantes de pollo a la brasa.
“Nosotros vamos recuperando esas hojas de la historia perdida de Lima que justamente se encuentra oculta debajo de las pistas y las calles”, dijo el viernes Jesús Bahamonde, arqueólogo de Calidda, la empresa que distribuye gas natural en la capital de 10 millones de habitantes y que en sus trabajos de excavación para ampliar la red subterránea ha sumado más de 1.900 hallazgos arqueológicos en 19 años.
Lima, sobre el Pacífico sur, ha estado ocupada en forma continua desde hace más de 10.000 años por culturas preincaicas, luego por el propio Imperio Inca y desde la fundación española en 1535 por los habitantes capitalinos. La capital peruana tiene más de 400 zonas arqueológicas en su mayoría entrelazadas con el tejido urbano actual, según el Ministerio de Cultura.