Las fuerzas terrestres israelíes combatieron contra insurgentes de Hamás y atacaron complejos subterráneos en el norte de Gaza, de donde se estima que unos 800.000 palestinos han huido al sur a pesar de los continuados ataques aéreos de Israel por todo el enclave.

Alentado por el primer rescate exitoso de un cautivo en manos de Hamás, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, rechazó los pedidos para un alto el fuego y volvió a prometer que aplastará la capacidad del grupo insurgente para gobernar Gaza o amenazar a Israel tras su sangrienta incursión del 7 de octubre, que desencadenó la guerra.

Más de la mitad de los 2,3 millones de habitantes de la Franja han huido de sus hogares y cientos de miles se refugian en las atestadas escuelas gestionadas por Naciones Unidas, convertidas ahora en albergues, o en hospitales junto a miles de pacientes heridos. En los últimos días, los ataques israelíes han alcanzado las inmediaciones de varios centros sanitarios en el norte del enclave, lo que ha alarmado a los doctores.

La ofensiva terrestre israelí está centrada en el norte de la Franja, incluyendo la Ciudad de Gaza, que es el “centro gravitacional de Hamás”, explicó Jonathan Conricus, un vocero del ejército.