Israel ha prometido seguir luchando en Gaza hasta aplastar a Hamás tras una de las batallas más letales de la guerra para sus soldados, a pesar de que enfrenta cada vez más llamados internacionales para un alto el fuego y del malestar de su principal aliado, Estados Unidos.
La emboscada es un recordatorio de que Hamás todavía puede luchar tras semanas de una guerra devastadora para aplastar sus capacidades militares. Israel ha impuesto un asedio total al enclave palestino y arrasó gran parte del norte de la Franja con una masiva campaña aérea y terrestre que llevó a cientos de miles de personas a dejar sus hogares.
La resistencia de Hamas ha puesto en duda si Israel puede derrotar al grupo insurgente sin arrasar Gaza. El apoyo al grupo ha crecido entre los palestinos, en parte por su férrea resistencia ante un enemigo mucho más poderoso, mientras que el principal aliado israelí, Estados Unidos, ha expresado su creciente malestar por la muerte de civiles en la que es ya una de las campaña militares más devastadoras del siglo XXI.