El nuevo primer ministro británico, Keir Starmer, se comprometió el viernes a invertir la desesperanza que creció durante 14 años de gobierno conservador y dijo que liderará una urgente misión de renovación nacional tras la aplastante victoria de su Partido Laborista.

Será una tarea difícil.

El aumento de la pobreza, el desmoronamiento de las infraestructuras, el retraso de la economía y la sobrecarga del Servicio Nacional de Salud (NHS, por sus siglas en inglés) contribuyeron al descontento generalizado y a las quejas sobre un “Reino Unido roto”. La derrota resultante fue la peor de la historia para los conservadores.

“No tengan ninguna duda de que reconstruiremos el Reino Unido”, dijo Starmer en sus primeras declaraciones oficiales, mientras sus partidarios vitoreaban y ondeaban bandera del Reino Unido frente a la residencia oficial, en el número 10 de Downing Street. “Ladrillo a ladrillo reconstruiremos la infraestructura de oportunidades”.

Starmer dijo que llevará tiempo, pero que su gobierno conseguirá que el NHS “vuelva a ponerse en pie”, protegerá las fronteras, mejorará la seguridad pública y recortará las facturas de electricidad, al tiempo que apostará por la energía limpia de producción nacional.