Los limeños tuvieron dificultades para movilizarse en transporte público este jueves ante el inicio de una huelga de choferes que reclaman al gobierno medidas efectivas ante el aumento de las extorsiones.
Algunos mercados mayoristas de alimentos también dejaron de atender en apoyo a la paralización, que además se acató, aunque con menos contundencia, en el interior del país.
Es la segunda huelga de transportistas en menos de un mes en Lima, donde quedaron suspendidas las clases presenciales para casi dos millones de escolares, se priorizó el trabajo remoto para los que puedan hacerlo y se dio tolerancia de hasta cuatro horas para el ingreso de trabajadores.
Imágenes de la televisión local mostraron desde temprano a cientos de personas tratando de movilizarse con los pocos autobuses que circulaban. La policía y las fuerzas armadas transportaron en sus propios vehículos a desesperados trabajadores que intentaban llegar a su destino.
“El crimen organizado ha penetrado las instituciones, ¿hasta cuándo?. Hoy están matando ambulantes, no están matando a empresarios, están matando a la clase trabajadora”, dijo Elmer Velásquez, dirigente de un gremio de transporte urbano.
En un mercado de la periferia del norte de Lima, que atendía de forma mínima, se leía en un letrero gigante: “No a la extorsión”.
“No hay tiempo para débiles… Acá estamos junto a nuestra Policía Nacional y con las Fuerzas Armadas para derrotar a los que han hecho del crimen y de la delincuencia su modo de vida. Quieren arrebatar la tranquilidad de nuestros compatriotas con esto y no se los vamos a permitir”, dijo la presidenta Dina Boluarte la tarde del jueves.
Al menos 300 manifestantes, entre choferes y personas que apoyan la huelga, llegaron cerca de la sede del Congreso en el centro de Lima, para demandar que se derogue una reciente ley contra el delito y que consideran favorece a los criminales.
La policía utilizó gases lacrimógenas para dispersar a los manifestantes, que arrojaron a los agentes botellas y palos.