Visitar a un ser querido arrestado por agentes del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) es un proceso repleto de incertidumbre, angustia y esperas interminables. Familiares llevan ropa, comida y medicamentos, pero otros apenas quieren confirmar que la persona está efectivamente recluida en el lugar.

Así se ha convertido el día a día en el centro de procesamiento ubicado en el sótano de un edificio federal en el centro de Los Ángeles. Decenas de personas llegan a distintas horas con la esperanza de ver, aunque sea por unos minutos, a un familiar detenido en una redada de ICE.

Según reseña la agencia de noticias AP, en la entrada trasera de un garaje subterráneo, madres, hijas, tíos, y sobrinas se agrupan ante una escalera oscura que lleva a la puerta B-18. Allí tocan el timbre, aguardan bajo el sol y, muchas veces, se marchan sin respuestas ni confirmación de que sus seres queridos estén siquiera en el lugar.

“Llamamos todos los días, no nos dan respuestas claras… quieren que te rindas”, dijo Emily, sobrina de un hispano detenido.

Incluso, algunos abogados como Kim Carver buscan a sus clientes sin saber a ciencia cierta si aún están en el edificio. “Desde entonces, ha sido una carrera para intentar encontrarla”, lamentó Carver, quien intentaba localizar a una mujer transgénero hondureña que fue trasladada a Texas sin previo aviso.

Visitas breves y condiciones cuestionables

Las visitas familiares, cuando ocurren, son cortas y están sujetas a reglas estrictas. Yadira Almadaz, por ejemplo, logró ver al novio de su sobrina durante solo cinco minutos. “Me rompe el corazón ver a un joven llorar porque tiene hambre y sed”, dijo al salir, visiblemente afectada.

El joven, detenido mientras solicitaba asilo, seguía vestido con la misma ropa una semana después. Según contó, solo le habían dado galletas y papas fritas.

Otros detenidos han bebido agua del inodoro por la falta de acceso a suministros básicos, señaló AP, aclarando que ICE no respondió a las solicitudes de comentarios.

Un sistema sin garantías

Christina Jiménez intentó encontrar a su padrastro, detenido mientras buscaba trabajo en un Home Depot, pero sin éxito en los sistemas oficiales de ICE. Dos días después fue su teléfono el que reveló su ubicación en el centro de detención. “Podía estar enfermo y aún así intentaba salir a trabajar”, recordó.

La frustración es compartida por abogados que tampoco pueden entregar víveres o medicamentos. “Solo le han dado una botella de agua en dos días”, afirmó uno de ellos, con bolsas llenas de provisiones que no le permitieron ingresar.

Redadas sin orden judicial y protestas crecientes

Organizaciones como CHIRLA, ACLU SoCal y United Farm Workers han denunciado públicamente al Gobierno Federal por realizar detenciones sin orden judicial. “Están haciendo arrestos sumamente ilegales”, declaró Angélica Salas, presidenta de CHIRLA.

Las redadas masivas en Los Ángeles, que comenzaron con mayor fuerza el 6 de junio, han provocado protestas en el complejo federal.

Las paredes aún muestran mensajes de repudio al presidente Donald Trump y muchas familias aseguran que se enteraron de las detenciones a través de videos en redes sociales, donde aparecen agentes enmascarados en sitios cotidianos como lavaderos de autos, constructoras y puestos de tacos.