El exdirector del FBI James Comey compareció este miércoles ante un tribunal federal en Alexandria, Virginia, en una audiencia en la que le fueron formalmente imputados cargos penales de supuesta obstrucción. Las acusaciones fueron hechas después de que el presidente, el republicano Donald Trump, así lo pidiera públicamente.
Comey, que este miércoles se declaró no culpable, está acusado de presuntamente hacer declaraciones falsas ante el Congreso y de supuestamente obstruir un procedimiento legislativo. El juicio en su contra fue programado para el próximo 5 de enero.
Apenas unos días antes de que las acusaciones fueran presentadas en septiembre, Trump había dicho en su plataforma, Truth Social, que quería que el Departamento de Justicia liderado por Pam Bondi procediera penalmente contra el exdirector del FBI. Una fiscal que inicialmente se rehusó a presentar esos cargos después fue despedida, y remplazada por una de las abogadas personales de Trump, que no tiene experiencia de enjuiciamientos.
Comey por muchos años estuvo registrado como miembro del Partido Republicano, al que también pertenece Trump, y fue parte del Departamento de Justicia desde la Administración de George W. Bush.
Sin embargo, se enemistó con Trump cuando favoreció que avanzara una investigación especial sobre si hubo involucramiento ruso en las elecciones de 2016.
Eso llevó a que Trump lo despidiera en 2017, durante su primera presidencia.
Las nuevas acusaciones contra Comey son porque, según el Gobierno de Trump, el exdirector del FBI mintió sobre que había permitido a alguien hablar de manera anónima con los medios respecto a la investigación sobre el tema ruso. Comey había indicado ante el Congreso desde 2017 que no avaló que hubiera filtraciones, y en 2020 volvió a decir que ese era su testimonio.
Casi al mismo tiempo de que fueron presentadas las acusaciones contra James Comey, la fiscal Maurene Comey, hija del exdirector del FBI, fue abruptamente despedida de su cargo. Ella dice que fue un despido injustificado y presentó una demanda respectiva.
Un grupo de jueces federales advirtió la semana pasada que el caso en contra de James Comey es un “grave peligro” a la independencia entre poderes y a los derechos constitucionales de los estadounidenses.
“El presidente Trump continúa abusando del poder de su despacho al dirigir al Departamento de Justicia y al Buró de Investigaciones Federales a proceder contra sus críticos y a quienes considera enemigos políticos”, indicaron los magistrados.