Ganador de 11 Grammys y una Medalla Presidencial a la Libertad entre otros, a sus 76 años Arturo Sandoval se siente muy agradecido de su buena suerte, pero aclara que lo suyo no es solo talento sino mucho trabajo y disciplina.

Interpreta la trompeta y el piano e incluso canta, como nos contó en una reciente charla pero no le gusta que lo tipifiquen solamente como un músico de jazz, aunque es gracias a este género que ha sido conocido en el mundo entero.

Y regresa este martes 23 de diciembre al Walt Disney Concert Hall de Los Ángeles para su tradicional concierto de Navidad, esta vez con un mensaje personal y un formato un poco diferente.

“Este año- y esto es una obligación para mí, que tuve el honor y el placer de ser amigo del arquitecto Frank Gehry- quiero dedicárselo¨, dice al lamentar el reciente fallecimiento del creador de la icónica sala de conciertos angelina que considera un espacio especial.

“Aparte de la arquitectura, que es muy moderna, su acústica es perfecta; y en un lugar con buena acústica la música suena bastante mejor y uno se siente muy bien”, asegura.

Sin embargo, para Sandoval, lo fundamental es complacer a su público, porque es allí donde verdaderamente siente el éxito como artista.

Y aunque no es fácil llenar el Hall, como él mismo reconoce, quiere que sus seguidores lo acompañen para brindarles una celebración inolvidable.

¨El show lo hemos hecho muchas veces, pero ahora traemos, junto con un acompañamiento de tres trompetas, tres saxofones y la sección rítmica completa, a dos cantantes y a un percusionista de lujo invitado, que es mi amigo Andy García y con quien tenemos un trato de que cuando él toca en Los Ángeles -que no yo esté de viaje- yo voy y toco con él y viceversa, y yo feliz de compartir el escenario¨, explica sobre la participación del también cubanoamericano actor hecho músico.

¨Me pellizco¨

A su edad, Sandoval conserva aún la pasión por su oficio y la disciplina que lo ha hecho conseguir innumerables premios: ensaya todos los días y busca siempre dar lo mejor de sí mismo para entregar espectáculos de calidad.

Y vaya que lo ha logrado. Su carrera es testamento de un juicioso ejercicio de dedicación que lo ha llevado a cumplir con creces cualquier expectativa de su juventud.

¨Yo le debo todo a la música, pues yo era un joven sin esperanza, sin ilusión y sin futuro que en todos los años que viví en Cuba solo pude grabar un disco y desde que vivo en EEUU he grabado 44 discos de los cuales 30 han sido nominados para un Grammy y 11 lo han ganado¨, dice con orgullo.

Sandoval tuvo la audacia de desertar ya con 40 años con la afortunada ayuda del famoso jazzista Dizzy Gillespie, quien lo acogió como su amigo, lo convirtió en su pupilo y le cambió la vida luego de escucharlo en La Habana.

¨Esto ha ido mucho más allá de los sueños y me pellizco a ver si son verdad las cosas que me pasan¨, dice al reflexionar sobre el largo camino que emprendió en compañía de su aliado más importante: la trompeta.

¨La trompeta es un instrumento muy suigéneris porque no te limita en términos de expresión… puedes hacerla susurrar y formar un escándalo que te oigan hasta los sordos, es decir te deja expresar lo que quieras, no solamente en su volumen sino en su intensidad¨, afirma.

Y su compromiso con la música y en buena parte con el género del Jazz es integral porque significa algo muy preciado para él como persona: ¨El jazz es sinónimo de democracia y libertad porque lo más importante dentro del género es la improvisación, que es algo creado ahí en el momento… participa todo el mundo en la banda y todo el mundo dice lo que quiere decir pues no te frena en términos de expresión, de tocar en la manera que quieres¨.