El ataúd con el cuerpo de la reina Isabel II llegó al Palacio de Buckingham el martes por la noche, atravesando un Londres lluvioso mientras la multitud se alineaba a lo largo del trayecto para ver la carroza fúnebre y darle el último adiós.

La gente estacionó sus automóviles a lo largo de una calle normalmente concurrida, se bajó y saludó al paso de la carroza fúnebre, que tenía luces en su interior que iluminaban el ataúd envuelto en una bandera. En la ciudad, las personas se apretaban en la avenida y levantaban sus teléfonos mientras el cortejo pasaba frente a ellas.

Al exterior del palacio, miles de personas vitorearon y gritaron: “¡Dios salve a la reina!” y aplaudieron cuando la carroza fúnebre dio vuelta a una rotonda frente a la residencia oficial de la reina en Londres y atravesaba las puertas de hierro forjado. Su hijo, el rey Carlos III, y otros familiares directos esperaban dentro.

El ataúd viajó a Londres desde Edimburgo, donde 33.000 personas pasaron silenciosamente frente a él en las 24 horas que estuvo en la Catedral de San Gil, después de que fuera llevado allí desde su apreciado refugio de verano, el Castillo de Balmoral. La reina, la única monarca que la mayoría de los británicos han conocido, falleció en Balmoral el 8 de septiembre a los 96 años y después de 70 años en el trono.

Un avión militar C-17 Globemaster con el féretro de la reina aterrizó en Northolt, una base de la Real Fuerza Aérea ubicada en el oeste de Londres aproximadamente una hora después de que partió de Edimburgo. La primera ministra británica, Liz Truss; el secretario de Defensa, Ben Wallace, y una guardia militar de honor aguardaban en la base aérea.

Entre las personas que esperó de pie bajo la lluvia el paso de la carroza fúnebre se encontraba David Stringer, un conductor de autobús jubilado de 82 años, quien recordó haber visto la coronación de la reina en un noticiario cuando era niño.

“Es una verdadera lástima”, comentó. “Es decir, no pensaba en ella todos los días, pero siempre sabía que estaba ahí, y mi vida está llegando a su fin y su tiempo ha terminado”.

El ataúd será llevado en un carruaje tirado por caballos el miércoles a las Cámaras del Parlamento británico para que repose allí durante cuatro días antes del funeral del lunes en la Abadía de Westminster.