El presidente Joe Biden pronunciará este martes su segundo discurso sobre el Estado de la Nación, en el que se espera resalte los logros de su administración en áreas como el crecimiento económico y la creación de empleo, además de abordar temas espinosos como la violencia policial y la inmigración, junto a las amenazas de Rusia y China, frente a un Congreso dividido.

En la noche del martes, “un gran número de estadounidenses sintonizarán para escuchar el discurso del Estado de la Nación (SOTU, en inglés) de Biden. De hecho, el año pasado el mismo número de estadounidenses que sintonizó el SOTU coincidió con la cifra de los que lo vieron partidos de fútbol americano. Es una gran multitud”, indicó la analista política Elaine Kamarck, del Instituto Brookings, un prestigioso think tank con sede en Washington.

“Biden casi seguramente se enfocará en los logros y en buenas noticias, sin embargo, los estadounidenses están de muy mal humor”, insistió Kamarck quien agregó que según encuestas de la televisora NBC y The Washington Post, predomina “el pesimismo y el sentimiento de que Biden no ha logrado mucho a pesar de una serie de victorias en importantes proyectos de ley”.

Biden llega a este momento con una aprobación de 41 %, según una encuesta de Gallup, que marca este dato como el segundo más bajo de un presidente estadounidense durante su segundo año de mandato en los últimos 60 años. Joe Biden solo es superado -por un estrecho margen (40,4 %)- por su antecesor Donald Trump.

”El presidente tiene un gran trabajo que llevar a cabo: llevar su narrativa a una audiencia pesimista y cínica”, enfatizó la analista en un panel auspiciado por el Instituto Brookings.

En un contexto completamente diferente al del año pasado, Biden también se enfrentará a un público difícil en el auditorio de la Cámara de Representantes del Capitolio, en Washington. Los republicanos controlan la Cámara Baja y ya han dado los primeros pasos para investigar lo que consideran abusos de poder y negocios turbios del mandatario y su familia.

La mayoría republicana y la extrema polaridad del Congreso, con un Senado demócrata, también hace improbable que se apruebe algún proyecto de ley significativo.