Sentados cara a cara, el presidente estadounidense Joe Biden y el papa Francisco se enfrascaron en charlas extendidas sobre cambio climático, pobreza y el coronavirus el viernes, en un encuentro que tomó más tiempo de lo planeado con los dos líderes entrando en discusiones personales que incluyeron la muerte de un hijo de Biden y bromas sobre envejecer.
En cambio, no se habló del aborto, dijo Biden, pero añadió que el papa le dijo que siguiera recibiendo la comunión a pesar de que los conservadores en la Iglesia reclaman que se le niegue el sacramento.
En declaraciones a la prensa después de una audiencia privada de 75 minutos, Biden sostuvo que el papa le dijo que “le alegra que yo sea un buen católico” y que debe “seguir recibiendo la comunión”.
Un video dado a conocer por el Vaticano muestra varios momentos cordiales, relajados, entre Francisco y Biden, que repetidamente se estrecharon las manos y sonrieron. Francisco a menudo tiene una expresión adusta, especialmente en fotos oficiales, pero se vio de buen ánimo el viernes. La reunión privada duró 75 minutos, de acuerdo con el Vaticano, más del doble de lo normal para una audiencia con el pontífice.
Los dos se sentaron en la biblioteca papal, acompañados por un traductor. Entonces procedieron a un intercambio de regalos y a conversaciones que incluyeron a la primera dama y altos funcionarios. La sesión retrasó a Biden más de una hora para sus encuentros planeados para las próximas horas.
“Biden le agradeció a Su Santidad su defensa de los pobres del mundo y de aquellos que sufren hambre, conflictos y persecución”, dijo la Casa Blanca. “Elogió el liderazgo del papa en la lucha contra la crisis climática, además de su activismo para que la pandemia termine para todos por medio de distribución de las vacunas y una recuperación económica global equitativa”.
Una docena de guardas suizos, con sus uniformes de rayas azules y doradas y sus alabardas con plumas rojas, montaban guardia en el patio de San Dámaso a la llegada de Biden y su esposa, Jill. Fueron recibidos por monseñor Leonardo Sapienza, quien dirige la casa papal, y luego saludaron uno a uno a los ujieres o caballeros papales que esperaban en fila en el patio.
“Me gusta estar de regreso”, dijo Biden mientras estrechaba la mano de uno de ellos. “Soy el esposo de Jill”, dijo a otro antes de entrar al Palacio Apostólico para dirigirse a la biblioteca privada del pontífice.
De acuerdo con el Vaticano, Biden le entregó a Francisco una casulla dorada hecha en 1930 por el famoso sastre papal Gamarelli y usada por la orden jesuita en Estados Unidos, donde estaba en los archivos de la Iglesia de la Santa Trinidad, en Washington, el templo regular del presidente.
Como el segundo presidente católico de su país después de John F. Kennedy, Biden hizo de su audiencia con el papa una clara prioridad. Biden y el papa ya se vieron en tres ocasiones, pero está será la primera desde su llegada a la Casa Blanca.
Biden se reunirá por separado el viernes con los anfitriones de la cumbre del G20, el presidente de Italia, Sergio Mattarella, y el primer ministro, Mario Draghi. Terminará la jornada con un encuentro con el presidente de Francia, Emmanuel Macron, dentro de los esfuerzos para enmendar las relaciones con París luego de que Washington y Gran Bretaña decidieron vender submarinos nucleares a Australia, que canceló un contrato previo con Francia.