Mientras el gobernador de Texas, el republicano Greg Abbott, sigue instalando una barrera de boyas en el río Grande para disuadir el cruce de inmigrantes desde México, en Arizona una cifra creciente de personas atraviesa la zona más peligrosa de la frontera sur de Estados Unidos pese a las temperaturas de las últimas semanas, que superan los 100 grados Fahrenheit.

El sector de Tucson ya se ha convertido en el más transitado, con más de 1,300 cruces diarios, según datos de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza obtenidos por la cadena NBC News.

“Esta es una entrada muy, muy dura a Estados Unidos”, explica Jim Chilton, un ranchero de Arivaca (Arizona), que con regularidad ve a los migrantes cruzando sus 50,000 acres de terreno.  “La situación ha empeorado”, opina.