Un campamento improvisado instalado en la ciudad de Jacumba Hot Springs, en California, a tan solo unas millas de la frontera con México, recibe cientos de migrantes diariamente, que luego son trasladados por la Patrulla Fronteriza a otros puntos del estado.

Los migrantes, ayudados por los conocidos coyotes, cruzan a través de huecos huecos en el muro en el lado mexicano de la frontera. Luego, caminan unas millas hasta el campamento donde los trabajadores humanitarios de caridad les ofrecen agua y un lugar de descanso en refugios improvisados.

Posteriormente, agentes de Aduanas y Protección Fronteriza llegan para inspeccionar a los migrantes y luego transportarlos a una instalación en San Diego, que está a 60 millas de distancia, donde son procesados ​​y en su mayoría liberados para que puedan iniciar sus solicitudes de asilo.

Por la noche, los migrantes recién llegados encienden fogatas y queman todo lo que encuentran para mantenerse calientes mientras la temperatura desciende drásticamente.

“Cada día llegan varios cientos de personas. Los agentes fronterizos trasladan a la gente rápidamente para que no se acumulen miles de personas en el campamento. Vienen en autobús y camionetas, priorizan a las mujeres y a los niños y se los llevan para procesarlos”, dijo al New York Post una testigo.

Entre las nacionalidades de los migrantes que entran a Estados Unidos por la frontera de California se ha registrado un incremento de los provenientes de la India y China, aunque incluso pueden encontrarse personas de naciones como Rusia.

En cuanto a la afluencia de migrantes chinos, la CBP indicó que alrededor de 37,000 ciudadanos de esta nacionalidad fueron detenidos cruzando ilegalmente la frontera en 2023, una cifra mucho mayor a los 342 capturados en 2021.

Fuentes dijeron a News Nation que los migrantes chinos pagan hasta $35,000 dólares para llegar a Estados Unidos, mucho más que el promedio pagado en Centro y Sudamérica.

Los chinos que viajan por tierra suelen tomar lo que se ha convertido en una ruta bien conocida desde Quito hasta Tulcán, una pequeña ciudad situada en la frontera con Colombia. Allí, los residentes explicaron a CNN el mes pasado que ven cientos de migrantes chinos transitar cada semana.

Desde allí continúan hacia el noreste hasta la ciudad costera de Necoclí, donde esperan los barcos que transportan a los migrantes a través del Golfo de Urabá hasta el borde del tapón del Darién, que luego deben atravesar a pie.