Entró en vigencia el domingo la más dura ley de control de armas en Connecticut desde la aprobada en 2013 tras la masacre de Sandy Hook, y los activistas juran seguir presionando por más leyes a pesar de desafíos legales en otras partes del país.

La nueva ley, firmada por el gobernador demócrata Ned Lamont en junio, prohíbe el porte abierto de armas de fuego y la venta de más de tres armas a una misma persona en un lapso de 30 días, con excepciones a instructores de tiro y otros.

“No descansaremos y no podemos parar ahora, y seguiremos aprobando leyes para salvar vidas hasta que eliminemos la violencia armada en Connecticut. Nuestras vidas dependen de ello”, dijo Jeremy Stein, director ejecutivo de Connecticut Against Gun Violence.