Costa Rica y Panamá se declararon  listos para colaborar en la atención del flujo migratorio inverso que no pudo ingresar a Estados Unidos debido a las políticas del nuevo Gobierno de Donald Trump, y llamaron a los países de Suramérica a facilitar su paso seguro.

“Estamos trabajando de manera ardua y conjunta haciendo que en un bloque común enfrentemos un reto regional”, expresó el ministro de Seguridad de Costa Rica, Mario Zamora, tras una reunión con su colega de Panamá, Frank Ábrego, celebrada en el puesto de Peñas Blancas, frontera entre Costa Rica y Nicaragua.

Zamora explicó que Ábrego sirvió como “testigo de honor” del inicio este lunes de un operativo que tiene como fin recibir a los migrantes que ingresan desde Nicaragua para luego trasladarlos en autobuses hacia el Centro de Atención Temporal de Migrantes (CATEM), en la localidad de Corredores, cerca de la frontera con Panamá.

Los migrantes tendrán un salvoconducto por 72 horas para que aborden en el CATEM autobuses que los trasladarán hacia albergues en Panamá.

“Hacemos un llamado a los países de Suramérica para facilitar y abrir las puertas en pro de este paso seguro. Todos tenemos que asumir nuestras responsabilidades y Costa Rica y Panamá lo estamos haciendo. Este flujo ordenado aleja a estas personas del manejo de las mafias migratorias”, comentó Zamora.

Este procedimiento es similar al que implementaron Costa Rica y Panamá durante los últimos años cuando el flujo de migrantes provenía de Suramérica con destino a Estados Unidos. Los migrantes llegaban al CATEM de Costa Rica en autobuses procedentes de Panamá, y luego eran movilizados a la frontera con Nicaragua para que continuaran su ruta.

Zamora dijo que Costa Rica y Panamá han sido un ejemplo de “altos índices de humanidad” en el tratamiento del flujo migratorio y que ambos países conformaron el “paso más ordenado y seguro” de la ruta migratoria del continente.

“No somos países generadores de emigración, sin embargo somos receptores, especialmente de un tránsito que nos conmueve porque significa un drama humano”, declaró el ministro costarricense.

El pasado 12 de febrero ambos ministros se reunieron en la frontera común de Paso Canoas y acordaron trasladar a los migrantes del flujo inverso a albergues en las fronteras, para luego ser devueltos a sus países de origen.

El presidente panameño, José Raúl Mulino, dijo el jueves pasado que más de 2.000 personas en movilidad habían entrado en febrero a Panamá por la frontera con Costa Rica, en un creciente flujo migratorio inverso, al tiempo que seguía cayendo el número de estos que insisten en ir hacia el Norte.

Durante los últimos años el mayor flujo migratorio en Panamá se producía de sur a norte a través de la peligrosa selva del Darién (frontera de Panamá y Colombia), alcanzando en 2023 la cifra récord de más de 520.000 migrantes, mientras que para 2024 la cifra cayó a 300.000.

El flujo de migrantes irregulares que entran por el Darién marcó una bajada “histórica” de un 94 % en enero pasado, frente al mismo periodo de 2024, con la entrada de 2.158 migrantes frente a los 34.839 que lo hicieron en el mismo periodo del año anterior, según datos oficiales divulgados por el Servicio Nacional de Migración de Panamá.