De cara a las elecciones de medio mandato en Estados Unidos, que se realizarán en noviembre, hay un cambio notable en la narrativa de los demócratas sobre las restricciones en todo el país por el COVID-19: ahora están respaldando cada vez más relajar los mandatos, respondiendo a la creciente exasperación de los votantes con la persistente pandemia.
“La gente está cansada”, admitió el senador demócrata Raphael Warnock, de Georgia, en el primer anuncio de su campaña de reelección. Dijo que las personas “se preguntan cuándo van a volver las cosas a la normalidad y al mismo tiempo no saben qué significa normal ahora”. En el video con varias escenas en Georgia, no se ve una sola mascarilla.
Los demócratas esperan que el cambio de política sirva para mellar los ataques políticos que han recibido de cara a las elecciones del fin del año —en las que está en juego el control del Congreso—, pero sus llamados para el regreso a la normalidad, tanto en símbolos como en práctica, están ejerciendo presión sobre el presidente Joe Biden.
Más de un año después de que llegó a la presidencia con promesas de poner fin a la pandemia, la persistencia del virus ha erosionado los índices de aprobación popular de Biden, en un año electoral en el que las restricciones por el coronavirus y los requerimientos de mascarillas están en la primera fila de las guerras ideológicas en la nación.
Luego de meses de pelearse con gobernadores republicanos por interponerse a las medidas de salud pública como el uso de mascarillas y el distanciamiento social, el repentino cambio de parte de demócratas en días recientes ha tomado por sorpresa a funcionarios de la Casa Blanca, que ahora lucen desintonizados con su propio partido.
Mientras los Centros para el Control y la Prevención de las Enfermedades (CDC) continúan recomendando el uso de mascarillas en interiores en más de 99% del país, incluso estados demócratas desde Nueva York hasta California comenzaron a cancelar los mandatos para la ciudadanía y Nueva Jersey anunció planes para levantar sus requerimientos de mascarillas en las escuelas.
“Algunas personas pudieran llamar lo que está sucediendo ‘la nueva normalidad’”, afirmó Biden el mes pasado, reconociendo las frustraciones. “Yo lo llamo un trabajo sin concluir”.
Pero Biden —dicen incluso algunos miembros de su partido— no está actuando con suficiente presteza para finalizar el trabajo. Gobernadores de ambos partidos le han pedido al gobierno federal directrices más claras en momentos en que el COVID-19 se vuelve un mal endémico con el que hay que aprender a coexistir y menos una emergencia de salud pública.
La semana pasada, funcionarios del gobierno reconocieron por primera vez que han estado trabajando en directrices para la “siguiente fase” de la respuesta a la pandemia, pero que faltan semanas para que estén listas.
”Entendemos dónde están las emociones del país”, dijo esta semana la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Jen Psaki. “La gente está hastiada de las mascarillas”.
Pero recalcó que el sentimiento no es universal. “Si se miran los sondeos, hay también un grupo grande de personas que aún quiere las mascarillas ¿no? Así que ni siquiera es algo tan explícito”.
Agregó que Biden sigue dedicado a su promesa de campaña de “escuchar a los científicos, los datos”.
Funcionarios de la Casa Blanca, también deseosos de regresar el país a la normalidad, esperaban la autorización por parte de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) de la vacuna de Pfizer para niños menores de 5 años.
Con eso habría entonces una cobertura universal con las vacunas, lo que se sumaría a nuevas terapias y la creciente disponibilidad de pruebas rápidas, por lo que algunos funcionarios en la Casa Blanca tendrían suficientes argumentos para convencer al país de que la pandemia finalmente está quedando atrás.
Sin embargo, la FDA aplazó el viernes por varias semanas la aprobación de la vacuna de Pfizer para los niños, mientras la compañía espera más datos sobre la eficacia de una tercera dosis en ese grupo.
Los republicanos han criticado desde hace tiempo a los demócratas por lo que dicen fue priorizar restricciones innecesariamente severas para frenar la diseminación de la pandemia, golpeando a la economía, y por seguir requiriendo el uso de mascarillas incluso cuando quizás no eran médicamente necesarias.
El portavoz de la Asociación de Gobernadores Demócratas, David Turner, dijo que el cambio de posición en el partido ha sido motivado por la evolución del virus y no por la política, pero señaló que mientras que los gobernadores demócratas han tratado de mitigar los efectos de la pandemia, muchos de sus colegas republicanos han empeorado las cosas al diseminar deliberadamente desinformación sobre la misma y sobre las vacunas.
“Creo que los gobernadores demócratas van a tener una buena historia que contar sobre respetar la ciencia y los hechos y escuchar a los expertos de salud pública para proteger a la gente de la pandemia”, dijo Turner sobre las elecciones de noviembre. “Y va a haber una narrativa que contar sobre republicanos trabajando activamente para prolongarla”.
Los aliados del gobierno han dicho que Biden debería al menos presentar una hoja de ruta para el regreso a la normalidad mientras espera por la conclusión del trabajo de los científicos, en un reconocimiento de la exasperación de los estadounidenses.
De acuerdo con un sondeo AP-NORC el mes pasado, solamente 45% de los estadounidenses aprueban la forma en que Biden ha manejado la pandemia, comparado con 66% en julio de 2021. El jueves, Biden dijo que las gestiones de miembros de su propio partido para relajar las estricciones eran “probablemente prematuras”, aunque admitió que era una situación difícil para los líderes.
Funcionarios de la Casa Blanca hicieron notar que las decisiones por parte de los demócratas de relajar requerimientos de mascarillas coinciden con una fuerte declinación de los casos, cuando un aumento de dos meses causado por la variante ómicron mostraba indicios de amainar.
Pese a la renuencia de Biden, los altos dirigentes demócratas están aplaudiendo el cambio.
El representante Sean Patrick Murphy, presidente del Comité de Campaña Demócrata del Congreso, elogió a la gobernadora demócrata de Nueva York, su estado, por relajar las reglas de mascarillas, al tuitear que ya era “tiempo de devolverle la vida a la gente. Con la ciencia como guía, estamos listos para regresar a la normalidad”.
El cambio, sin embargo, ha llegado demasiado tarde para favorecer la suerte política de los demócratas en algunos lugares. La sorpresiva victoria del gobernador republicano Glenn Youngkin en el otoño fue impulsada por padres furiosos con las reglas de mascarillas en las escuelas.
Youngkin usó una orden ejecutiva en su primer día en el cargo para prohibir los mandatos de mascarillas en las escuelas, pero esa medida se ha visto varada por demandas en algunos de los mayores distritos escolares del estado. Menos de un mes después, tres demócratas en el Senado de Virginia apoyaron a Youngkin, ayudándole a aprobar esta semana una medida que prohíbe que las escuelas públicas impongan requerimientos de mascarillas a sus estudiantes.
“Les estamos diciendo a los padres qué pueden hacer”, afirmó uno de los senadores, Joe Morrisey. “Y como legislador, no creo que yo tenga la audacia de decirles qué pueden hacer y qué no pueden hacer”.
En Georgia, el anuncio de campaña de Warnock marcó un fuerte contraste con una foto de la aspirante demócrata a gobernadora Stacey Abrams días antes, donde se le ve sin cubrebocas en un aula llena de niños con mascarillas. La campaña de Abrams dijo que ella siguió los protocolos de salud, pero más adelante borró la foto en medio de fuertes críticas.