El gobierno militar de Myanmar informó el sábado en la televisora estatal que la cifra confirmada de muertes de un devastador sismo de magnitud 7,7 aumentó a 1.644 luego de que se recuperaron más cuerpos de los escombros de edificios que colapsaron cuando se produjo el terremoto cerca de la segunda ciudad más poblada del país.
El nuevo total supone un fuerte aumento en comparación con el total de 1.002 anunciado apenas unas horas antes, lo que subraya la dificultad de confirmar las víctimas en una región tan extensa y la probabilidad de que las cifras sigan aumentando desde el terremoto del viernes. El número de heridos aumentó a 3.408, mientras que la cifra de desaparecidos se elevó a 139.
Las labores de rescate están en marcha especialmente en las principales ciudades afectadas, Mandalay y Naipyidó, la capital. Pero aunque se han enviado equipos y material desde otros países, los aeropuertos de esas ciudades están dañados y no parecen aptos para el aterrizaje de aviones.
Myanmar está sumida en una prolongada y sangrienta guerra civil, la cual ya ha generado una enorme crisis humanitaria. Esto hace que moverse por el país sea difícil y peligroso, complicando las labores de ayuda e incrementando los temores de que la cifra de muertos pudiese aumentar precipitadamente.