El papa Francisco viajará a Mongolia a fines del verano, una visita que será la primera para un pontífice y rica en significado geopolítico dada su proximidad con Rusia y China.

El Vaticano confirmó el sábado el viaje del 31 de agosto al 4 de septiembre al país aliado de Estados Unidos sin salida al mar ubicado entre Rusia y China, dos países que los papas nunca han visitado.

La visita se produce mientras Francisco trata de seguir una línea diplomática en sus relaciones con ambos países: con Moscú, Francisco desea que un enviado de paz impulse negociaciones para poner fin a la guerra en Ucrania. Con China, el Vaticano vio violado su acuerdo histórico de 2018 sobre las nominaciones de obispos, con Beijing tomando decisiones unilaterales.

Francisco ministrará a una pequeña comunidad cristiana en Mongolia, parte de su enfoque en visitar a católicos remotos en las periferias de los principales centros de influencia de la iglesia. Según las estadísticas de la organización católica sin fines de lucro Aid to the Church in Need, Mongolia es 53% budista tántrica, 39% atea, 3% musulmana, 3% chamana y 2% cristiana.

Mongolia se ha esforzado por mantener su independencia política y económica tanto de Rusia —que satisface prácticamente todas sus necesidades energéticas— como de China, que compra más del 90% de sus exportaciones mineras, principalmente carbón y cobre.