Brennan Center for Justice en la Facultad de Derecho de NYU publicó el jueves el análisis “Los inmigrantes latinos no son enemigos extranjeros”en donde se explica por qué algunos políticos están utilizando la palabra “invasión” cuando hablan del arribo de inmigrantes en la frontera y qué hay detrás de la Ley de Enemigos Extranjeros (Alien Enemies Act), que pretenden invocar.
La Ley de Enemigos Extranjeros es una autoridad peligrosa en tiempos de guerra que es lo suficientemente amplia como para que pueda utilizarse para deportaciones masivas en ausencia de guerra.
“Este año, a lo largo de toda su campaña electoral, el expresidente Donald Trump ha surgido la idea de realizar deportaciones masivas, principalmente de personas inmigrantes latinas. Y ha prometido invocar una peligrosa y anticuada ley que podría darle al poder ejecutivo toda la autoridad que necesita para deportar a personas no ciudadanas ?incluso a residentes permanentes y refugiados? sin el debido proceso, sin controles de las otras ramas del gobierno y sin ninguna salvaguarda para proteger las libertades y derechos civiles de las personas”, expresa Marcelo Agudo, autor de este análisis.
El Brennan Center también publicó hoy el informe en inglés “The Alien Enemies Act: Unjust, Unnecessary, and Unconstitutional”, que ofrece los argumentos jurídicos en contra de la ley, así como en contra de cualquier abuso de la ley para promulgar deportaciones masivas en ausencia de una guerra.
El Congreso también podría tomar cartas en el asunto y revocar la ley mucho antes de que cualquier presidente intente usarla o abusar de ella.
“Una de las leyes que se utilizaron para el internamiento de japoneses durante la Segunda Guerra Mundial todavía sigue vigente, y ahora algunos quieren usarla para deportar a inmigrantes a gran escala. He aquí cómo podemos evitar que se repitan los vergonzosos errores del pasado” señaló el Centro Brennan en una publicación en X.
Agudo escribe en su análisis: “Esta ley era vergonzosa y peligrosa cuando se creó hace 200 años. Ahora lo es más todavía. Debe ser revocada o anulada”.
En el análisis de esa ley, Agudo señala: “Según algunas interpretaciones actuales, la Ley de Enemigos Extranjeros permite al presidente detener y deportar a “toda” persona inmigrante no naturalizada proveniente de una nación hostil, sin importar su condición legal ni su conducta, ni cuánto tiempo hace que vive en los Estados Unidos. Incluso se ha utilizado en contra de personas que nacieron en un país neutral, pero cuyos padres provenían de un país hostil”.
“La ley no solo es peligrosa en las manos incorrectas, sino también completamente innecesaria. Hoy en día, los Estados Unidos tiene otros medios para protegerse del sabotaje o espionaje extranjero en tiempos de guerra, medios que no implican la persecución injusta de una persona por su lugar de procedencia o su identidad étnica”, indica Agudo.
Y prosigue explicando que “La Ley de Enemigos Extranjeros ha sido aplicada tan solo tres veces durante los doscientos años desde su aprobación, de las cuales la más notoria fue utilizada como justificación de los campos de internamiento para japoneses que se crearon durante la Segunda Guerra Mundial. A raíz de este uso pasado, congresistas y legisladores han publicado disculpas, se ha reparado a las víctimas y se ha exigido la total eliminación de una ley que representa algunos de los episodios más vergonzosos de la historia estadounidense”.