En el nuevo centro de detención de inmigrantes en los Everglades, que las autoridades han apodado ” Alcatraz de los caimanes “, las personas detenidas dicen que la comida trae gusanos. Los inodoros no funcionan, por lo que los pisos se inundan de desechos fecales, y por todas partes hay mosquitos y otros insectos.

Dentro de las grandes carpas blancas del complejo, filas de literas están rodeadas por jaulas de malla metálica. Se dice que los detenidos pasan días sin ducharse ni recibir medicamentos recetados, y sólo pueden hablar por teléfono con abogados y seres queridos. A veces, los aires acondicionados se apagan abruptamente en medio del sofocante calor.

Días después de que el presidente estadounidense Donald Trump la recorriera, abogados, activistas, detenidos y sus familiares están alzando la voz sobre la instalación improvisada, que la administración del gobernador republicano Ron DeSantis se apresuró a construir sobre una pista de aterrizaje aislada rodeada de pantanos. Los detenidos comenzaron a llegar el 2 de julio.

“Estos son seres humanos que tienen derechos inherentes, y tienen derecho a la dignidad”, expresó la abogada Josephine Arroyo, especializada en inmigración. “Y están violando muchos de sus derechos al ponerlos allí”.