Las mayores empresas de México ya se están viendo afectadas por las exigencias de los cárteles de la droga, y las organizaciones criminales intentan cada vez más controlar la venta, distribución y fijación de precios de determinados productos.
Ni siquiera los líderes empresariales más reconocidos y de alto rango están a salvo.
El lunes, el presidente de la federación de cámaras de comercio del estado de Tamaulipas dio una entrevista televisiva en la que se quejó sobre la extorsión de los cárteles de la droga en la entidad. Horas después el martes, Julio Almanza murió al ser baleado afuera de sus oficinas en la ciudad de Matamoros.
“Somos rehenes de extorsiones, somos rehenes de bandas delincuenciales”, dijo Almanza en una de sus últimas entrevistas. Señaló que el cobro de piso “prácticamente se ha convertido en deporte nacional en Tamaulipas”.
El problema llegó a un punto crítico cuando la corporación Femsa, que opera Oxxo, la mayor cadena de tiendas de conveniencia de México, anunció a finales de la semana pasada que cerraba sus 191 tiendas y siete gasolineras en otra ciudad fronteriza, Nuevo Laredo, debido a problemas relacionados con la delincuencia.