En cuestión de horas tras una explosión que según los reportes mató a cientos de personas en un hospital de Gaza, los manifestantes arrojaban piedras contra las fuerzas de seguridad palestinas en la ocupada Cisjordania y a la policía antimotines en la vecina Jordania, en una muestra de furia contra sus líderes por no detener la matanza.
El presidente de Egipto, Abdul Fatá El Sisi, el rey Abdalá II de Jordania y el presidente palestino, Mahmud Abás, amigos de Estados Unidos y que normalmente aprovechan la oportunidad de reunirse con presidentes estadounidenses, cancelaron una cumbre prevista para el miércoles con Joe Biden, que ahora visitará sólo Israel.
El secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, dedicó buena parte de la semana a reunirse con líderes árabes para tratar de contener las tensiones, pero esos esfuerzos se veían en duda tras la explosión en el hospital. El asunto delicado del sufrimiento palestino acumulado durante décadas, que había quedado sobre la mesa en los acuerdos de normalización mediados por Washington entre Israel y varios estados árabes, volvía a latir y amenazaba con más inestabilidad.