El máximo tribunal de Naciones Unidas ordenó el viernes a Israel que detenga inmediatamente sus operaciones militares en la ciudad de Rafah, en el sur de Gaza, pero no ordenó un cese del fuego para el enclave. Si bien es poco probable que Israel cumpla con dicha orden, aumentará la presión sobre el país cada vez más aislado.
Las críticas a la conducta de Israel en la guerra en Gaza han ido en aumento, incluso por parte de su aliado más cercano, Estados Unidos, que advirtió contra una invasión de Rafah, donde cientos de miles de palestinos han buscado refugio de los combates registrados en otros puntos de la Franja. Tan solo esta semana, tres países europeos anunciaron que reconocerían un Estado palestino, y el fiscal jefe de otro tribunal de la ONU solicitó órdenes de arresto para mandatarios israelíes y funcionarios de Hamás.
El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, también está bajo una fuerte presión interna para poner fin a la guerra, que se desencadenó cuando milicianos liderados por Hamás irrumpieron en Israel, matando a 1.200 personas, la mayoría civiles, y tomando cautivos a unas 250 más. Miles de israelíes se han unido a las manifestaciones semanales pidiendo al gobierno que llegue a un acuerdo para traer a los rehenes a casa, por temor a que se acabe el tiempo.