Los vecinos de Israel y mediadores clave advirtieron el sábado sobre el desastre y las repercusiones que se generaría con una ofensiva terrestre israelí en la ciudad palestina de Rafah, donde, según Israel, se encuentran algunos bastiones de Hamás, pero también más de la mitad de la población de la Franja de Gaza.

Los bombardeos israelíes mataron a por lo menos 44 palestinos —entre ellos más de una docena de niños— en Rafah, horas después de que el primer ministro Benjamin Netanyahu dijera que había pedido al ejército que planificara el desalojo de cientos de miles de personas antes de una invasión. No dio detalles ni plazos.

El anuncio generó pánico. Más de la mitad de los 2,3 millones de habitantes de Gaza están hacinados en Rafah, que colinda con Egipto. Muchos de ellos llegaron ahí tras verse obligados a desplazarse por las repetidas órdenes de desalojo israelíes que afectan ya a dos tercios del sitiado enclave. No está claro a qué lugar podrán huir ahora.

El ministro del Exterior egipcio Sameh Shoukry dijo que una ofensiva terrestre en Rafah tendría “consecuencias desastrosas” y afirmó que Israel pretende expulsar a los palestinos de su tierra. Egipto ha advertido que cualquier movimiento de palestinos hacia Egipto pondría en peligro el tratado de paz entre Israel y Egipto vigente desde hace cuatro décadas.