Cientos de mujeres marcharon el domingo por el centro de la Ciudad de México y un suburbio para protestar por la horrenda muerte de una joven de 18 años en la ciudad de Monterrey, en el norte del país.
Hubo protestas adicionales en el suburbio de Ciudad Nezahualcóyotl, donde dos mujeres fueron asesinadas la semana pasada. Los manifestantes, mujeres en su mayoría, portaban letreros en los que se leía: “No al acoso” y “México es una fosa común”.
En la Ciudad de México la marcha fue pacífica en su mayor parte, a diferencia de muchas otras protestas por los derechos de la mujer en años recientes. Las manifestantes no realizaron pintas con grafiti en el Ángel de la Independencia, uno de los monumentos más emblemáticos de la ciudad.
En lugar de ello, le pegaron pequeños afiches, cada uno describiendo la desaparición de una mujer. Muchos de los afiches tenían la imagen de Debanhi Escobar, cuyo cuerpo fue encontrado dentro de la cisterna de un motel de Monterrey el jueves, casi dos semanas después de su desaparición.
Las manifestantes gritaban “¡Justicia! ¡Justicia!” y portaban una pancarta que decía “Nos faltan 24.000 ”, refiriéndose al número de mujeres desaparecidas en el país. En México, el total de personas desaparecidas —hombres y mujeres— ya supera los 100.000.
Los activistas dicen que las policías y los fiscales no han actuado de manera oportuna ni efectiva en la investigación de los casos.
Esas críticas fueron reforzadas cuando el padre de Debanhi Escobar dijo que las autoridades habían registrado varias veces el motel. Pero no fue sino hasta que los trabajadores reportaron un olor fétido en el tanque subterráneo que los investigadores finalmente encontraron el cadáver. La joven murió de un golpe en la cabeza, aparentemente poco después de que fue vista por última vez el 8 de abril.
Su caso estremeció al país, debido a que ella se bajó a un costado de la carretera a altas horas de la noche después de que el chofer de un taxi aparentemente la tocó de forma indebida.
Su desaparición llegó hasta los titulares debido a una fotografía que le tomó el taxista, quien se suponía debía llevarla a su casa aquella noche.
El conductor, quien trabajaba para una aplicación de taxis, tomó la foto para mostrar que la joven se había bajado de su vehículo con vida a las afueras de la ciudad. Ahí se veía a una joven sola en medio de la noche y a un costado de la carretera, vestida con falda y zapatillas deportivas.
La imagen revela la vulnerabilidad y la seguridad en sí misma — o desesperación — de la joven.
Nadie volvió a verla hasta el jueves por la noche, cuando los investigadores lograron sacar su cuerpo de la cisterna de 4 metros (12 pies) de profundidad ubicada cerca de una piscina del motel a orillas de la carretera.