Celdas completamente oscuras de tres metros por dos y un hoyo en el piso para hacer de baño. Gritos a la distancia de presos amarrados con cadenas. Amenazas. Agua racionada y frijoles en estado de descomposición.

Poco más de una semana después de haber sido desterrados y despojados de su nacionalidad, algunos opositores nicaragüenses comienzan a narrar lo que sufrieron en prisión por meses o años sólo por oponerse o criticar al gobierno de Daniel Ortega.

En entrevistas con The Associated Press, tres de ellos describieron incomunicación con sus familiares, falta de higiene en las celdas y torturas. La gran mayoría llegó a Estados Unidos sin familiares y teme por la seguridad de los suyos en Nicaragua.

“Fueron tres años terribles”, rememora ahora desde la libertad Victor Manuel Sosa Herrera. “Creí que en cualquier momento nos mataban”, expresó refiriéndose a las amenazas de guardias carcelarios que se identificaban como Montes, Juancito y López. “Se siente rabia, enojo contra la injusticia”.