El papa Francisco reiteró el jueves su llamado a que Europa reciba e integre a los migrantes, cuya diversidad, dijo, renueva las ciudades europeas como un “bello mosaico que no se debe dañar o corromper con prejuicios u odio”.
Francisco no mencionó la crisis en curso en la frontera oriental de Polonia al recibir a grupos misioneros europeos que asisten a una reunión de la fundación Migrantes de la Conferencia Episcopal Italiana. Cientos, posiblemente miles, de solicitantes de asilo están varados en la frontera entre Bielorrusia y Polonia mientras se intensifica un enfrentamiento político entre los dos países. La mayoría de esos migrantes provienen del Medio Oriente.
El papa habló sobre todo de la migración italiana y recordó su propia historia como descendiente de migrantes italianos a Argentina, pero la historia, agregó, deja en claro que Europa es el hogar común de muchos y pidió que “revitalice hoy su vocación de solidaridad y subsidiariedad”.
“La misma Iglesia en Europa no puede dejar de tener en cuenta los millones de emigrantes italianos y extranjeros que renuevan el aspecto de ciudades y países”, dijo. El sueño de una Europa unida y diversa “es un bello mosaico que no se debe dañar o corromper con prejuicios u odio velados por la respetabilidad”.
Francisco suele insistir en la necesidad de que los países europeos acojan e integren a los refugiados. En una ocasión llevó consigo a una decena de musulmanes sirios cuando visitó un campamento de refugiados en Lesbos, Grecia, en 2016. El papa prevé regresar a Lesbos a principios de diciembre.