El presidente saliente de Honduras, Juan Orlando Hernández, inició el viernes una visita de tres días a Taiwán mientras la isla de gobierno autónomo, que China reclama como parte de su territorio, teme que el sucesor de Hernández ponga fin a su relación diplomática en favor de Beijing.
Hernández y su esposa se reunirán con la presidenta Tsai Ing-wen como parte de la celebración de 80 años de lazos diplomáticos entre ambas naciones. Además, visitará la oficina del Banco Centroamericano de Integración Económica, un banco de desarrollo, en la capital, Taipéi.
El viaje de Hernández se produce cuando faltan unas semanas para las elecciones presidenciales del 28 de noviembre en Honduras. Está previsto que Hernández deje el cargo en enero, pero el mandatario está cada vez más aislado mientras enfrenta acusaciones de vínculos con narcotraficantes por parte de la fiscalía federal de Estados Unidos Nueva York. Su hermano fue arrestado por las autoridades estadounidenses en 2018 en Miami por supuesto tráfico de drogas.
Políticamente, la visita le reportará poco, ya que no podrá optar a la presidencia, dijo Antonio C. Hsiang, profesor en la Academia Nacional de Estudios Estratégicos, un centro especializado en Latinoamérica. En cambio, es probable que esté buscando respaldo —financiero o de otro tipo— en la isla, agregó.
Taiwán, por su parte, está preocupado por los comicios ya que una de las candidatas, Xiomara Castro, ha manifestado abiertamente que está a favor de establecer relaciones con China, lo que significaría que Honduras dejaría de reconocer a Taiwán como país.
En una publicación en Facebook el 28 de junio, Castro, que ya fungió como primera dama, afirmó que creía en la “multipolaridad y es por eso que propongo abrir relaciones internacionales con la China continental, lo que ayudará al país a incorporarse al mercado de mayor crecimiento del mundo”.
China ha hecho campaña para robarle aliados a Taiwán, que ahora suman apenas 15. Beijing ha empleado métodos diplomáticos y económicos para convencer a los países para que cambien su reconocimiento diplomático a China.
Beijing afirma que Taiwán no es un país sino otra provincia china y sostiene que la reunificación se producirá por la fuerza si fuese necesario. Taipéi alega que lleva funcionando de forma independiente como país desde que ambos bandos se separaron tras la guerra civil de 1949.