La semana pasada, Taylor Swift anunció que había llegado a un acuerdo con Shamrock Capital para recuperar por completo su catálogo musical. Aunque no se ha anunciado oficialmente, expertos aseguran que la estrella pop habría tenido que pagar $360 millones de dólares para recuperarlo.
Hay que recordar que Swift luchó durante años para poder recuperar sus seis primeros discos. Todo comenzó en 2019, cuando Scooter Braun compró Big Machine Records, la disquera con la que la cantante comenzó su carrera, y al hacerlo también se quedó con los derechos de su catálogo musical. Un año después, y sin informarle a Swift, Braun vendió el catálogo a Shamrock Capital.
Tras esa venta, Swift decidió recuperar su música, pero mientras tanto regrabó los discos y creó las ‘Taylor’s Version’. Regrabó cuatro de los seis discos: ‘Fearless’, ‘Red’, ‘Speak Now’ y ‘19890.
Cada una de las publicaciones tuvo tanto éxito que incluso sus fanáticos, ahora que se han recuperado los derechos, lamentan que no se regrabarán los dos discos faltantes: ‘Taylor Swift’ y ‘Reputation’.
¿Por qué Taylor Swift no era dueña de sus canciones?
En la industria musical no solo basta con grabar y componer canciones para que las piezas le pertenezcan a los artistas, o no lo es con los que están firmados con disqueras.
Taylor Swift comenzó su carrera siendo muy joven. A los 15 años, firmó un contrato discográfico con Big Machine Records y en él se estipulaba que ellos se encargarían del dinero para la grabación, promoción y distribución de la música y a cambio se quedarían con la propiedad de las grabaciones maestras.
En la industria musical, las grabaciones maestras pertenecen normalmente a las disqueras y con eso tienen el poder de decidir cómo, cuándo y dónde se licencian las canciones. Es decir, ellos negocian con las producciones que quieren usar la música para sus películas, series, publicidad y más.
Normalmente, la venta de las licencias a esas producciones generan mucho más dinero de lo que lo hacen las reproducciones en Spotify o cualquier otra plataforma digital.