Donald Trump afirmó el domingo que su política exterior coercitiva basada en aranceles y poder duro obtuvo una victoria anticipada tras anunciar que Colombia había dado marcha atrás en una disputa sobre los vuelos de repatriación de migrantes.
El presidente había revelado previamente un castigo rápido y doloroso, incluyendo enormes aranceles, contra el aliado de Estados Unidos en su intento más abierto hasta el momento de dar un ejemplo con una nación que lo contradijo y afirmar su dominio en el hemisferio occidental.
La crisis estalló cuando el presidente de Colombia, Gustavo Petro, bloqueó el aterrizaje de vuelos militares estadounidenses que transportaban inmigrantes indocumentados, en un obstáculo a la operación de deportación masiva destinada a honrar una de las promesas de campaña más destacadas de Trump.
El presidente de Estados Unidos aprovechó la oportunidad para mostrar a sus partidarios lo duro que puede ser y demostrar a otros países de América Latina el precio de resistirse a las repatriaciones de migrantes.
Después de horas de tensiones con Bogotá, la Casa Blanca dijo que Colombia había acordado aceptar vuelos de migrantes, incluso en aviones militares, y que los aranceles se suspenderían hasta que se implementara el acuerdo.
“Los acontecimientos de hoy dejan claro al mundo que Estados Unidos vuelve a ser respetado”, dijo la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, en un comunicado emitido este domingo por la noche. “El presidente Trump seguirá protegiendo ferozmente la soberanía de nuestra nación y espera que todas las demás naciones del mundo cooperen plenamente para aceptar la deportación de sus ciudadanos que se encuentran ilegalmente en Estados Unidos”.
El ministro de Relaciones Exteriores de Colombia confirmó poco después que se habían reanudado los vuelos de deportación de Estados Unidos. El cambio de postura de Petro representa una concesión al poder de Estados Unidos y al estilo personal agresivo de Trump. También es probable que envalentone a los funcionarios de la administración, que ven las amenazas arancelarias no solo como un mecanismo tradicional en las disputas comerciales, sino como una herramienta para intimidar a otras naciones, incluidos viejos aliados de Estados Unidos, en un conjunto más amplio de cuestiones.
Sin embargo, el conflicto con Colombia también fue un recordatorio de cómo la línea dura de Trump causará enormes trastornos globales. El presidente estadounidense ya ha intimidado a Canadá y México por cuestiones fronterizas, habla de obligar a Dinamarca a vender Groenlandia y amenazó con recuperar el Canal de Panamá .