Unos 2.000 migrantes se reagruparon de nuevo al sur de México para avanzar hacia el norte, tras acusar al gobierno mexicano de haberles engañado y no entregarles documentación para transitar libremente por el país después de que a inicios de enero aceptaran disolver una masiva caravana ante la expectativa de que las autoridades regularizaran su situación.

El grupo salió con unas 6.000 personas el día de Nochebuena de Tapachula, casi en la frontera con Guatemala, en vísperas de un encuentro de alto nivel entre México y Estados Unidos donde se pactaron nuevas medidas para controlar el creciente flujo migratorio que vive la región. La caravana caminó unos 100 kilómetros durante poco más de una semana hasta Mapastepec, todavía en el estado de Chiapas.

El 2 de enero el grupo fue disuelto por las autoridades después de que los migrantes accedieran voluntariamente a ser trasladados a distintas instalaciones migratorias para alojarse y procesar sus casos, explicó entonces Roberto González López, jefe de la oficina del Instituto Nacional de Migración (INM) en Chiapas.

El funcionario no dejó claro qué tipo de trámite se haría pero sí dijo que no habría entregas inmediatas de visas humanitarias ni de documentos migratorios que permiten el tránsito por todo el país, como ocurrió con otras caravanas.