El mundo avanza a paso veloz en su lucha contra el coronavirus, con la aplicación de cerca de 4,700 millones de dosis de vacunas alrededor del globo en lo que va de año, según las cifras que recopila la ONG Our World in Data.
La carrera por inmunizar contra el COVID-19 comenzó el último día de 2020 -exactamente un año después de la aparición de este virus- cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) dio su primera autorización de emergencia a la vacuna estadounidense Pfizer-BioNTech.
A estas alturas del año, ya se ha logrado vacunar a algo más del 30% de la población mundial con al menos una dosis de las varias inoculaciones que fueron surgiendo, y 23% de los habitantes del planeta han completado su inmunización.
Además de la desigualdad de recursos para comprar vacunas, otro obstáculo para la inmunización global ha sido la serie de problemas que han enfrentado los fabricantes de vacunas.
Desde temores por efectos secundarios adversos, que llevaron a algunos países a limitar el uso de ciertas vacunas, hasta dificultades para producir las inoculaciones por la escasez mundial de insumos, que han provocado graves retrasos en el suministro.
Una solución parcial a estos problemas que han ensayado varios países es combinar diferentes vacunas.
La mayoría de las inoculaciones contra el covid-19 requieren dos dosis (con excepción de la Janssen, fabricada por Johnson & Johnson, y de la rusa Sputnik Light, que utilizan una sola).
Y salvo la Sputnik V, que usa dos componentes diferentes, ambas dosis son iguales.
La vacunación heteróloga -así es su nombre científico- no es nada nueva. La mezcla de vacunas se empezó a hacer en la década de 1990 para combatir otro virus: el VIH, que causa el sida.
Las investigaciones realizadas hasta ahora con algunas vacunas contra el COVID-19 han mostrado que intercambiarlas no solo es posible, sino que en muchos casos es hasta recomendable.
Según estos estudios, combinarlas no solo le daría un importante impulso al esfuerzo mundial por vacunar, sino que también podría ofrecer una mejor protección contra el coronavirus.
¿Qué se sabe hasta ahora?
Quizás la vacuna más estudiada en combinación con otras sea la de AstraZeneca, también conocida como AZ.
Los investigadores de la Universidad de Oxford, que crearon la inoculación, vienen investigando desde febrero de 2020 la efectividad de esta vacuna cuando se la usa en tándem con otras.
La aparición de coágulos de sangre en un pequeño número de personas inoculadas con esta vacuna llevó a varios países, que ya habían administrado la primera dosis a cientos de miles de ciudadanos, a decidir no utilizar la segunda para ciertos grupos etarios.
Esto aceleró la necesidad de combinar la vacuna británica con otras.
La primera investigación de la Universidad de Oxford, conocida como “Com-COV1”, estudió los efectos de combinar la AZ con la Pfizer en 850 voluntarios mayores de 50 años.
Estas vacunas utilizan 2 plataformas diferentes para combatir el virus.
Mientras que la Pfizer usa un método novedoso que se llama ARN mensajero (o ARNm). Esta técnica inyecta parte del código genético del coronavirus en el cuerpo
Resultados
Los resultados preliminares del estudio Com-COV1, publicados a finales de junio, fueron altamente auspiciosos.
Se halló que combinar una primera dosis de AZ y una segunda de Pfizer generaba más anticuerpos y células T (las células inmunes que matan patógenos) que utilizar dos componentes de AZ.
También usar primero la Pfizer y después la AZ era más beneficioso que usar dos veces la vacuna británica (aunque no tan efectivo como usarlas en orden inverso).
Aunque los ensayos mostraron que utilizar dos dosis de Pfizer generaba el mayor número de anticuerpos, usar primero la vacuna británica y después la estadounidense provocaba una respuesta más fuerte de las células T, clave en combatir una infección.
Otros países que realizaron sus propias pruebas llegaron a conclusiones similares.
Incluso antes de conocerse los resultados en Reino Unido, España ya había empezado a combinar AZ con Pfizer, luego de que las conclusiones preliminares de la fase 2 del estudio CombiVacs, realizado por el Instituto de Salud Carlos III, publicados en mayo, también mostraran la efectividad de esta mezcla.
El ensayo español, en el que participaron 676 personas de entre 18 y 59 años que habían recibido una primera dosis de AZ, concluyó que, con una segunda dosis de Pfizer los anticuerpos eran más del doble que con dos vacunas de AZ.
A finales de julio, otro ensayo clínico que investigó la combinación AZ-Pfizer, esta vez en Corea del Sur, ratificó los beneficios de esta mezcla.
El trabajo, que incluyó a 499 trabajadores de la salud, concluyó que combinar AZ con Pfizer generaba niveles seis veces más altos de anticuerpos neutralizantes que usar dos dosis de AZ.
Combinando plataformas
Alemania, que también empezó a combinar vacunas después de decidir limitar la AZ solo a los mayores de 60 años -al igual que España y Francia- recomendó a quienes tuvieran la primera dosis de la vacuna británica que la combinaran con cualquiera de las dos vacunas que utilizan el método ARNm: Pfizer o Moderna.
Aunque las autoridades alemanas no especificaron sobre qué estudios basaban sus recomendaciones, el país europeo se convirtió en uno de los máximos promotores de la combinación de vacunas, en particular de mezclar las que utilizan diferentes plataformas.
Para inspirar confianza en esta estrategia, la propia canciller alemana, Angela Merkel, de 66 años, quien había recibido una primera dosis de AZ, fue vacunada con un segundo componente de Moderna, en junio.
Esta idea de mezclar vacunas que usan diferentes tecnologías es investigada por la Universidad de Oxford en un segundo ensayo clínico, titulado Com-COV2.
La investigación, cuyos resultados preliminares aún no han sido publicados, también analiza los efectos de mezclar una primera dosis de Pfizer con una segunda de Moderna o Novavax.
En un artículo de la revista científica Horizon, publicada por la Comisión Europea, la periodista Annette Ekin resaltó que combinar vacunas de diferentes plataformas podría ser especialmente útil para quienes han sido inoculados con una primera dosis que utilizó un vector viral.
“Debido a que algunas vacunas se administran al cuerpo mediante un virus modificado, es posible que el sistema inmunológico ataque la vacuna en sí. Mezclar las plataformas para el refuerzo podría reducir el riesgo de desarrollar inmunidad contra una vacuna de vector viral”, explicó.
Ekin señaló que “los expertos no consideran peligroso esta estrategia de mezclar vacunas”.
No obstante, advirtió que, dado que la técnica ARNm es nueva y está siendo usada por primera vez en humanos durante esta pandemia, “se debe evaluar la seguridad” de combinar las vacunas ARNm con las que utilizan adenovirus, de allí la importancia de los ensayos como el Com-COV y el resto.