Cientos de soldados estadounidenses y filipinos concluyeron el lunes un nuevo ejercicio de combate en el norte de Filipinas que puso a prueba su resistencia durante más de una semana de calor brutal y clima volátil, y los preparó para responder a cualquier amenaza en selvas tropicales y en islas dispersas, informaron dos generales de Estados Unidos y Filipinas.
El gobierno de Joe Biden ha estado fortaleciendo un arco de alianzas militares en el Indo-Pacífico para contrarrestar mejor a China, incluyendo cualquier posible confrontación sobre Taiwán y otros puntos críticos asiáticos. Esta medida ha coincidido con los esfuerzos filipinos para fortalecer sus defensas territoriales ante las crecientes disputas con Beijing en el Mar del Sur de China.
Los ejercicios de batalla a gran escala, que se han realizado en Hawai en los últimos años bajo el Centro de Preparación Multinacional del Pacífico del Ejército de Estados Unidos, se introdujeron este año en Filipinas. También hay una versión en Alaska. Los ejercicios permiten al Ejército de Estados Unidos, sus aliados y fuerzas amigas entrenar en condiciones extremas “donde es más probable que operen, desde archipiélagos, selvas y calor en los trópicos hasta altitudes elevadas y frío extremo en el Ártico”, indicó el mayor Adan Cazares, oficial de asuntos públicos de la 25ta División de Infantería del Ejército de Estados Unidos.
El ejercicio de guerra del 1 al 10 de junio comenzó con un asalto aéreo sobre fuerzas enemigas simuladas para permitir el despliegue de soldados estadounidenses y filipinos que aseguraron un área —lo que sirvió como punto de partida antes de una ofensiva mayor. Cuando sus líneas de comunicación para suministros se vieron amenazadas, los comandantes principales decidieron cambiar a un asalto defensivo y repelieron el intento enemigo y lanzaron con éxito la ofensiva.