El presidente panameño, José Raúl Mulino, anunció el lunes que retiraba a su personal diplomático en Caracas y que ponía “en suspenso” las relaciones con Venezuela, en una muestra de su cuestionamiento a los resultados de las elecciones presidenciales, desconocidos por varios países más, y a la proclamación oficial de Nicolás Maduro como presidente por seis años más.
El gobierno venezolano, en respuesta, comunicó que haría regresar a todo su personal diplomático en la misión panameña y en otras seis más. El canciller Yvan Gil difundió un comunicado sobre la retirada de representantes en Argentina, Chile, Costa Rica, Perú, República Dominicana y Uruguay, además de Panamá, y pidió a esos países que hicieran lo mismo con su personal en Venezuela.
Calificó las posiciones de las naciones vecinas de “injerencistas”, los acusó de estar “subordinados” a Washingtón y los vinculó con ideología del “fascismo internacional”. El comunicado del canciller apuntó además que el gobierno se reserva las acciones para defender y “hacer respetar” su derecho a la autodeterminación.
No precisó qué pasaría con los venezolanos cercanos a la campaña de la opositora Machado que están refugiados en la embajada argentina en Caracas.
El anuncio llegó horas después de la decisión de Panamá, que fue la postura más fuerte de un gobierno de la región hasta el momento sobre las elecciones en Venezuela.
Panamá aplicó en su decisión una doctrina que considera que los “regímenes que no respeten los derechos humanos y violen libertades no merecen reconocimiento diplomático”, razonó Mulino en una rueda de prensa en la que exigió la revisión de las actas electorales en Venezuela. “Demasiado abusos en Venezuela han ocurrido”, recalcó el mandatario.
El mismo lunes, el Consejo Nacional Electoral de Venezuela proclamó oficialmente como presidente a Maduro, en su segunda reelección por seis años, después de que la noche del domingo difundiera unos resultados que daban al mandatario la victoria electoral con el 51% de los votos frente al 44% de los obtenidos por Edmundo González.