Los casos de tos ferina (pertussis) han registrado un alarmante aumento en los Estados Unidos, según datos preliminares de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC). Durante los primeros nueve meses de 2024, se ha reportado aproximadamente cinco veces más casos que en el mismo período de 2023, lo que ha llevado a una preocupación creciente entre las autoridades de salud y la población en general.

Este incremento de casos ha sido atribuido, en parte, a la disminución en la efectividad de las vacunas más antiguas contra la tos ferina, un fenómeno que muchas personas desconocen. La doctora Margo Free, especialista en enfermedades infecciosas pediátricas en la Clínica Especializada Infantil de Sanford en Dakota del Sur, explicó que una gran parte de la población adulta ha pasado por alto la recomendación de recibir una dosis de refuerzo cada diez años. Esta falta de actualización en el calendario de vacunación ha favorecido la reaparición de brotes, lo que ha expuesto a las personas, especialmente a los más vulnerables, como bebés y ancianos, a este patógeno altamente contagioso.

El Dr. Free destacó la importancia de recibir atención médica a tiempo en caso de haber sido expuesto a la tos ferina, y señaló que, afortunadamente, la mayoría de los casos no requieren hospitalización. Sin embargo, insistió en que, ante la sospecha de contagio, lo mejor es acudir a un médico de atención primaria o a una clínica de cuidados intensivos para una evaluación adecuada. La detección temprana y la administración de antibióticos en las primeras fases de la infección son claves para evitar complicaciones graves, especialmente en los grupos de riesgo.

La tos ferina, causada por la bacteria Bordetella pertussis, es particularmente peligrosa para los bebés menores de un año. Cerca de la mitad de los lactantes diagnosticados con esta enfermedad requieren hospitalización debido a la gravedad de los síntomas. En sus etapas iniciales, la infección puede ser difícil de distinguir de un resfriado común, ya que presenta síntomas leves como secreción nasal, fiebre baja y tos ocasional. No obstante, a medida que progresa, la tos ferina desencadena ataques violentos de tos, que pueden ir acompañados de un característico sonido de “gallo” y vómitos. La apnea, o pausas en la respiración, es también un síntoma alarmante en los bebés.

Para protegerse y prevenir la propagación de la tos ferina, los expertos en salud recomiendan seguir un calendario de vacunación adecuado. Los bebés deben recibir una serie de inyecciones combinadas de las vacunas contra la difteria, el tétano y la tos ferina a los 2, 4, 6, 15 meses y nuevamente a los 4 años. Los adultos, por su parte, deben recibir una dosis de refuerzo cada diez años. Además, las personas embarazadas deben vacunarse durante cada embarazo para asegurar la protección del recién nacido durante sus primeros meses de vida.

La doctora Free subrayó la importancia de consultar con un médico para determinar si es necesario actualizar las vacunas. Los padres deben asegurarse de que sus hijos estén al día con las dosis recomendadas. En caso de que no sea así, pueden contactar con su médico de cabecera para programar una visita de vacunación y reducir el riesgo de contagio.

La falta de vacunación o la pérdida de efectividad de las vacunas con el tiempo son factores clave en la creciente vulnerabilidad ante la tos ferina. Según un informe publicado en la revista Pediatrics, los niños no vacunados tienen un riesgo 13 veces mayor de contraer la enfermedad. Incluso entre los niños vacunados, el tiempo transcurrido desde la última dosis es crucial. Se ha observado que los niños tienen cinco veces más probabilidades de enfermarse si han pasado más de tres años desde su última vacunación, en comparación con el año siguiente a la inyección.

Este resurgimiento de la tos ferina resalta la importancia de mantenerse al día con las vacunas recomendadas. Para las personas que sospechan haber estado expuestas, en especial los bebés, las mujeres embarazadas y aquellos con condiciones de salud graves, es crucial buscar orientación médica incluso si no presentan síntomas, ya que los antibióticos preventivos pueden reducir el riesgo de una infección grave. Las vacunas, no obstante, siguen siendo la principal herramienta para evitar la propagación de esta enfermedad.