Un innovador estudio de la Universidad de Portsmouth ha revelado que sumergirse en jacuzzis puede ofrecer beneficios significativos para las personas con diabetes tipo 2. La investigación sugiere que esta práctica mejora la sensibilidad a la insulina, reduce la presión arterial y facilita la salud cardiovascular. Este enfoque podría representar una alternativa complementaria a los métodos tradicionales para el manejo de la enfermedad, como el ejercicio, la dieta o los medicamentos.
El ensayo, aunque realizado a pequeña escala, involucró a 14 participantes que se sumergieron en agua a 40 °C durante una hora, de ocho a diez veces en un período de dos semanas. Los resultados, publicados en el Journal of Thermal Biology y el American Journal of Physiology, mostraron que, aunque los niveles de glucosa en sangre no variaron, la insulina necesaria para controlar estos niveles disminuyó significativamente. Esto indica que los cuerpos de los participantes utilizaron la insulina de manera más eficiente después de las sesiones de inmersión.
El Dr. Ant Shepherd, quien lidera el estudio desde la Facultad de Psicología, Deporte y Ciencias de la Salud de la universidad, explicó que este hallazgo es crucial porque muchas personas con diabetes tipo 2 enfrentan desafíos para mantener niveles óptimos de azúcar en sangre. “El páncreas, que actúa como una batería, tiene una capacidad limitada para producir insulina. Si podemos mejorar la sensibilidad a la insulina y reducir la cantidad necesaria, esto podría extender la vida útil del páncreas y mejorar la calidad de vida de los pacientes a largo plazo”, afirmó Shepherd.
El estudio también destacó otros beneficios. Según el Dr. Thomas James, autor principal del trabajo, los participantes quemaron menos calorías en reposo tras las sesiones de jacuzzi, lo que sugiere que sus cuerpos se volvieron más eficientes energéticamente. Aunque a primera vista esto podría parecer desfavorable, James explicó que esta eficiencia refleja una mayor capacidad del cuerpo para realizar actividades físicas cotidianas, como subir escaleras o jugar con los nietos, con menor esfuerzo.
Los efectos positivos no se limitaron al periodo inmediatamente posterior a la inmersión. Los investigadores observaron que el tratamiento térmico facilitaba el trabajo del corazón incluso días después de las sesiones, reduciendo tanto la presión arterial como la carga sobre el sistema cardiovascular. Esto se debe a que el calor obliga al cuerpo a adaptarse bajando su temperatura basal y reduciendo la energía consumida en reposo, lo que a su vez disminuye la demanda de oxígeno y la presión dentro de los vasos sanguíneos.
James ilustró el mecanismo con una metáfora simple: “Es como reducir el caudal de agua en una manguera; la presión dentro de la manguera también disminuye. De manera similar, la exposición al calor reduce la presión en los vasos sanguíneos, aliviando el trabajo del corazón”.
El Dr. Shepherd enfatizó que no todos los pacientes tienen acceso o disposición para adoptar cambios en el estilo de vida, como el ejercicio regular, y que los medicamentos pueden tener efectos secundarios o limitarse en su eficacia a largo plazo. Por ello, encontrar terapias alternativas es fundamental. “La terapia con jacuzzis no reemplaza las estrategias existentes, pero podría ser un valioso complemento para quienes enfrentan barreras con otros enfoques”, añadió.
El potencial de esta técnica también incluye la mejora del bienestar general. Los investigadores esperan que, al facilitar actividades físicas de baja intensidad, como caminar o nadar, los pacientes se sientan más motivados a adoptar un estilo de vida activo. Además, los beneficios cardiovasculares y metabólicos a largo plazo podrían reducir las complicaciones asociadas con la diabetes, como enfermedades cardíacas o daño renal.
Aunque la terapia de calor aún está en etapas iniciales de investigación, este estudio abre la puerta a nuevas posibilidades en el manejo de la diabetes tipo 2. Los investigadores confían en que estudios futuros con grupos más amplios de participantes puedan profundizar en los mecanismos y beneficios potenciales de esta innovadora técnica. Si los resultados se confirman, los jacuzzis podrían convertirse en una herramienta accesible y eficaz para mejorar la salud de millones de personas que viven con esta condición.