Un estudio de largo aliento realizado en Estados Unidos ha revelado nuevas pistas sobre cómo el consumo de cannabis podría influir en nuestro cuerpo a nivel genético. Durante aproximadamente 20 años, un equipo de científicos, incluyendo al epidemiólogo Lifang Hou de la Universidad Northwestern, hizo seguimiento a más de mil adultos para analizar cómo el uso de marihuana podría modificar ciertos patrones biológicos. El foco de la investigación no fue solo conocer los hábitos de consumo, sino examinar sus posibles efectos en el epigenoma, un conjunto de marcas químicas que regulan la actividad de los genes sin alterar el ADN en sí.

Los investigadores tomaron muestras de sangre en dos momentos clave del estudio, al año 15 y al año 20. Su análisis reveló que el consumo de marihuana estaba relacionado con alteraciones en los marcadores epigenéticos, en particular la metilación del ADN, un proceso que puede activar o silenciar genes. Al año 15 detectaron 53 marcadores asociados al cannabis, mientras que al año 20 encontraron 148. Esta diferencia sugiere que algunos efectos podrían intensificarse con el paso del tiempo o con un uso prolongado de la sustancia.

Uno de los hallazgos más notables fue la aparición de un marcador de metilación que previamente se había vinculado al consumo de tabaco. Su presencia en consumidores de marihuana despierta nuevas preguntas sobre si el cuerpo reacciona de manera similar ante diferentes sustancias inhaladas o si el propio acto de fumar —independientemente del producto— puede generar estos cambios. También se abre el debate sobre si el cannabis y el tabaco afectan rutas biológicas comunes en el organismo.

Aunque el estudio muestra asociaciones consistentes entre el cannabis y varios marcadores epigenéticos, los científicos aclaran que estos resultados no prueban que la marihuana sea la causa directa de los cambios observados. Factores como la dieta, el entorno o incluso otros hábitos podrían estar influyendo en los patrones genéticos detectados. Aun así, la información obtenida es valiosa y ofrece un punto de partida para investigaciones futuras.

Otro aspecto que llama la atención es que algunos de los cambios genéticos observados ya han sido relacionados en otros estudios con condiciones como la esquizofrenia, el trastorno bipolar y otros trastornos de salud mental. Esto no significa que el cannabis provoque estas enfermedades, pero sí que podría haber una conexión entre el consumo y una mayor susceptibilidad genética en ciertos individuos.

En palabras del epidemiólogo Drew Nannini, también de la Universidad Northwestern, este trabajo proporciona un nuevo enfoque para entender los efectos a largo plazo del cannabis desde una perspectiva epigenética. Si futuras investigaciones logran confirmar estos vínculos, los médicos podrían, en el futuro, utilizar estos marcadores como señales de alerta temprana para identificar personas con mayor riesgo de desarrollar ciertos problemas de salud mental o inmunológica.

El estudio se basó en datos autodeclarados por los participantes, lo cual introduce cierta incertidumbre, ya que algunas personas podrían haber omitido o minimizado su consumo pese a las garantías de confidencialidad. Sin embargo, el elevado número de participantes y la duración del seguimiento aportan robustez a los resultados.

En Estados Unidos, casi la mitad de la población adulta ha probado marihuana alguna vez. Con el aumento del uso recreativo y medicinal, crece también la preocupación sobre sus posibles impactos a largo plazo. Esta investigación, aunque preliminar, resalta la importancia de observar no solo los efectos inmediatos del cannabis, sino también cómo puede dejar huellas más duraderas en el cuerpo.

Para muchos científicos, la gran pregunta ahora es si estos cambios epigenéticos son reversibles. ¿Qué ocurre si una persona deja de consumir cannabis? ¿El cuerpo puede restaurar su equilibrio genético? Responder a estas preguntas requerirá más estudios, pero este trabajo ya establece un precedente crucial en la comprensión de cómo una planta aparentemente inofensiva podría estar modificando silenciosamente nuestra biología.