Guirlandas, fotografías, graffitis plasmados en muros, colas de hasta tres horas. Entre lágrimas y una inmensa conmoción, miles de uruguayos dieron el miércoles su último adiós al expresidente José “Pepe” Mujica, uno de los grandes referentes políticos de la historia reciente de América Latina y quien falleció la víspera a los 89 años a consecuencia de un cáncer.
La jornada de luto empezó con un cortejo fúnebre encabezado por la viuda de Mujica, la exsenadora y exvicepresidenta Lucía Topolansky, y por Yamandú Orsi, actual presidente uruguayo y discípulo político del exjefe de Estado.
Desde las primeras horas de la mañana, miles de personas se aglomeraban en las calles de Montevideo para acompañar el paso de la carroza negra que, tirada por seis caballos, transportaba el féretro con el cuerpo de Mujica, cerrado y envuelto en la bandera uruguaya.
Canciones espontáneas y poesías recitadas salían de la multitud que acompañaba conmocionada el trayecto desde la Torre Ejecutiva hacia la sede del Congreso en un recorrido de poco más de tres kilómetros pero que se alargó por casi cuatro horas.
“Acompañé todo el trayecto y ahora vine a dar mi adiós definitivo”, contó a The Associated Press la enfermera Estela Piriz, de 69 años. “Pepe fue una persona que ha dedicado su vida al pueblo, más allá de tendencias políticas. Es como perder a un familiar”.
Mujica, quien gobernó Uruguay entre 2010 y 2015, murió muy pocos días antes de cumplir los 90 años. A lo largo de sus nueve décadas de vida, acumuló batallas y controversias que lo han convertido en uno de los políticos más influyentes de Uruguay y uno de los principales exponentes de la izquierda latinoamericana.
“Tuvimos muchas discrepancias, pero en la vida siempre es mejor quedarse en lo bueno”, señaló a los periodistas el expresidente Luis Lacalle Pou (2020-2025), adversario político de Mujica y uno de los primeros mandatarios en expresar sus condolencias en el Salón de los Pasos Perdidos del Palacio Legislativo de Montevideo.