En lo que a expediciones se refiere, esta fue muy agotadora. En poco menos de 23 horas, el 3 de septiembre de 2021, Sean Greasley ascendió y descendió 8,849 m, una distancia que lo habría llevado a la cima de la montaña más alta del planeta. Al final, estaba empapado en sudor y apenas podía caminar. Y todo ello en la relativa comodidad de su hogar.

Greasley tiene el récord mundial en ascender y descender en escaleras la misma altura del monte Everest en menos tiempo. Lo hizo en 22 horas, 57 minutos y 2 segundos.

Aunque Greasley lo logró en la escalera de su casa en Las Vegas, otros llevan la subida de escaleras a otros extremos.

La Torre Eiffel de París tiene 1,665 escalones desde el suelo hasta la cima, aunque solo 674 de ellos están abiertos al público. (Foto: Getty Images)

Como ejercicio de bajo impacto, incluso subir escaleras en ráfagas cortas puede ayudar a mejorar la capacidad cardiorrespiratoria y reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares.

Las mejoras en la capacidad aeróbica al subir escaleras en casa pueden llegar a ser equivalentes a las que se obtienen con las máquinas de escaleras del gimnasio.

Es esta simplicidad cotidiana la que constituye la mayor fortaleza de este ejercicio.

Un fácil acceso

Las escaleras están en todas partes: las encontramos en casa, en el trabajo y en la calle.

Optar por subir escaleras en lugar de ir por la escalera mecánica o un ascensor nos proporciona una forma de ejercicio ocasional que puede tener un impacto enorme en nuestra salud.

“Es un ejercicio que casi todo el mundo puede realizar porque el acceso es sencillo y diario”, afirma Alexis Marcotte-Chenard, investigador postdoctoral en salud cardíaca, pulmonar y vascular en la Universidad de Columbia Británica en Kelowna, Canadá.

Marcotte-Chenard ha estado investigando cómo usar el ejercicio y la nutrición para reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares, incluyendo los efectos de los “snacks de ejercicio”: periodos breves y espaciados de actividad vigorosa de un minuto o menos que se realizan a lo largo del día.

Subir escaleras, afirma, es un “snack” de ejercicio prometedor, ya que se puede ajustar fácilmente la dificultad variando el ritmo, y no requiere equipo complejo ni un costo elevado.

El towerrunning (carreras verticales), por ejemplo, consiste en subir enormes tramos de escaleras dentro de edificios y rascacielos icónicos. Incluso existe una asociación de towerrunning y una clasificación mundial oficial para los atletas de élite dedicados a este peculiar deporte.

Es improbable que la mayoría de nosotros alcancemos esas alturas vertiginosas, pero subir aunque sea unos pocos tramos de escalera en nuestro día a día puede ser algo más sencillo a lo que aspirar y que aporta beneficios.

Según investigaciones, subir escaleras puede tener beneficios sorprendentes tanto para la salud física como para el cerebro sin necesidad de tener que subir dos escalones a la vez ni batir récords.

Se ha descubierto que subir escaleras mejora el equilibrio, reduce el riesgo de caídas en las personas mayores y fortalece la parte inferior del cuerpo.

Otros estudios también indican que subir un par de tramos de escaleras puede influir positivamente en nuestras capacidades cognitivas, como la resolución de problemas, la memoria y, potencialmente, el pensamiento creativo.