Países de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA-TCP), la organización regional que surgió hace dos décadas como un mecanismo en contra de la política exterior de Estados Unidos, pondrá ahora en marcha un observatorio con el objetivo de monitorear el dinero destinado por Washington a la preservación de la democracia.
El secretario ejecutivo del ALBA-TCP, Sasha Llorenti, indicó que una de las propuestas para los jefes de Estado de los nueve países miembros de la agrupación continental que se reunirán el martes en La Habana será la constitución del observatorio de seguimiento, luego de que el presidente estadounidense, Joe Biden, anunciara la semana pasada que dispondrá de 424 millones de dólares para el fomento del periodismo independiente, la lucha contra la corrupción y elecciones libres.
“¿A dónde va ese dinero?. Les puedo decir, en caso de Bolivia a dónde fue ese dinero: al golpe de Estado, a dónde fue en el caso de Nicaragua… a una conspiración en contra de la revolución sandinista. A dónde va ese dinero en Venezuela, también a desestabilizar”, aseguró Llorenti en una conferencia de prensa.
”Nosotros tenemos el derecho de informar a los pueblos hacia dónde va ese dinero y quiénes lo reciben porque está siendo utilizado para la desestabilización de lo que a ellos (Estados Unidos) no les gusta”, agregó.
Creada en diciembre 2004 bajo el influjo de los fallecidos Hugo Chávez de Venezuela y Fidel Castro de Cuba, el mecanismo de integración sufrió los altibajos de la izquierda en el continente pues países como Ecuador y Honduras se retiraron luego de los cambios en los signos de sus gobiernos cuyo giro político fue hacia administraciones de derecha. Cuando se formó el foro, logró romper la hegemonía estadounidense que pretendía a comienzos de siglo imponer un tratado de libre comercio bajo su égida.
Esta será la primera Cumbre presencial de la organización desde el inicio de la pandemia en 2020 y se espera el arribo de los mandatarios Nicolás Maduro de Venezuela, Luis Arce de Bolivia y Daniel Ortega de Nicaragua, que se sumarán al anfitrión Miguel Díaz-Canel. Además se confirmó la llegada de representantes de islas caribeñas como las delegaciones de Santa Lucía, Antigua y Barbuda y San Cristóbal y Nieves.
Llorenti reiteró la posición del mecanismo contrario al de la Organización de Estados Americanos (OEA) como espacio de intercambio entre los países de la región con la presencia de Estados Unidos y en cambio indicó que la alianza impulsa el fortalecimiento de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), que no cuenta con la presencia de Washington.
Temas como la lucha contra de pandemia del coronavirus, el cambio climático, cuestiones económicas como la conectividad entre las islas del Caribe o la propia relación con Estados Unidos podrían acaparar la atención de los gobernantes.
Llorenti defendió el papel que jugó el ALBA-TCP en el desarrollo de la región en casi dos décadas de existencia, mencionando los programas de eliminación del analfabetismo en Bolivia, las miles de intervenciones quirúrgicas de la vista realizadas a través de la “Operación Milagro” y el combate al COVID-19.
“Mientras países del norte utilizaban prácticas de piratería para apropiarse de equipos de bioseguridad o respiradores al principio de pandemia, asaltando prácticamente embarques… el ALBA puso en efecto un fondo humanitario para que países de nuestra alianza puedan adquirir vacunas” y habititó un “puente aéreo” llevando insumos médicos a sus países miembros, señaló Llorenti.