Un hospital del suroeste de Haití, donde un terremoto convirtió en escombros residencias, negocios y demás construcciones el fin de semana, se encontraba tan rebasado en su capacidad que muchos pacientes tenían que acostarse en patios, corredores, terrazas y pasillos.

Por si fuera poco, la inminente llegada de una depresión tropical el lunes por la noche obligó a las autoridades a reubicarlos lo mejor posible dadas las pobres condiciones del hospital.

Incluso esos pacientes corrieron con algo de fortuna. La Dirección de Protección Civil de Haití elevó el lunes a 1.419 el número de muertos a causa del terremoto del sábado, y a 6.000 el de los heridos, muchos de los cuales han tenido que esperar a ser atendidos bajo el abrasador calor o incluso en la pista de un aeropuerto.

“Teníamos planeado colocar carpas (en los patios del hospital), pero nos dijeron que eso no era seguro”, dijo Gede Peterson, director del Hospital General de Les Cayes.

No es la primera vez que el personal se ve obligado a improvisar. El sistema de refrigeración de la morgue del hospital está descompuesto desde hace tres meses, y después del terremoto del sábado el personal ha tenido que almacenar hasta 20 cadáveres en ese espacio reducido. Los familiares de las víctimas acudieron lo más rápido posible para llevarse la mayoría de los cuerpos a servicios privados de embalsamamiento o para su entierro inmediato. El lunes sólo había tres cadáveres en la morgue.

El sismo, con epicentro a unos 125 kilómetros (80 millas) al oeste de la capital Puerto Príncipe, hizo desaparecer casi por completo comunidades enteras y desató deslaves que obstaculizan las labores de rescate en la nación más pobre del hemisferio occidental. Antes del terremoto del sábado, Haití ya lidiaba con la pandemia del coronavirus, el incremento de la violencia de las pandillas, el aumento en la tasa de pobreza y la incertidumbre política tras el asesinato del presidente Jovenel Moïse el 7 de julio.

Y la devastación podría empeorar con la llegada de la depresión tropical Grace, la cual se presume tocará tierra el lunes por la noche con la posibilidad de generar fuertes vientos, aguaceros, deslaves e inundaciones. Las precipitaciones podrían alcanzar los 38 centímetros (15 pulgadas) en algunas zonas, indicó la dependencia.

“En estos momentos estamos trabajando para garantizar que los recursos que tenemos disponibles lleguen a los lugares más afectados”, dijo Jerry Chandler, director de Protección Civil, refiriéndose a las provincias de Les Cayes, Jeremie y Nippe, en el suroeste del país.

Tres días después del terremoto, los lesionados seguían acudiendo al atestado hospital general de Les Cayes. Los pacientes aguardaban a recibir atención en escaleras, corredores y en la terraza del hospital.

“Después de dos días, en general casi siempre la mayoría de ellos ya están infectados”, dijo el doctor Paurus Michelete, quien ha atendido a 250 pacientes y era uno de apenas tres doctores en servicio al momento del sismo.

En tanto, rescatistas y recolectores de metal excavaban el lunes entre los escombros de un hotel del que ya se han extraído 15 cuerpos.

Jean Moise Fortunè —cuyo hermano, propietario del hotel y político destacado, murió en el derrumbe— cree que hay más personas atrapadas entre los restos.

Sin embargo, con base en el tamaño de los espacios vacíos que los rescatistas examinaron cautelosamente, quizá de unos 30 centímetros (1 pie) de profundidad, parecía improbable hallar sobrevivientes.

Al quedarse sin trabajo, combustible y dinero, los desesperados residentes de Les Cayes escudriñaban los escombros en busca de metal para vender. Otros esperaban a que les transfirieran dinero desde el extranjero, un pilar de la economía haitiana incluso antes del terremoto.