El presidente Joe Biden alabó este sábado el esfuerzo negociador en la Cámara de Representantes que finalmente aprobó el enorme paquete de infraestructura de $1.75 billones que intenta modernizar el sistema de carreteras, puertos, puentes y estaciones de servicio de energía eléctrica entre otras obras, que -dijo- provocará un efecto multiplicador en la generación de empleos.

«(Es) una inversión única en una generación que creará millones de empleos, modernizará nuestra infraestructura, nuestras carreteras, nuestros puentes, nuestra banda ancha, todo tipo de cosas, para convertir la crisis climática en una oportunidad», dijo Biden.

«La gran mayoría de los empleos que esto generará no requerirá un título universitario», dijo Biden al explicar el impacto general del que es considerado ya uno de los mayores esfuerzos políticos para impulsar el sistema económico estadounidense a través de la renovación de su red de vías de transporte.

«Este paquete es fiscalmente responsable», señaló el presidente para explicar que no requiere endeudamiento y que no significará un aumento de impuestos para aquellos que ganan menos de $400,000 al año.

El mandatario demócrata señaló además que este plan de renovación de la infraestructura pone a EEUU «en el camino de ganar la competencia económica del siglo XXI que enfrentamos con China y otros países grandes y el resto del mundo».

Insistió que «va a crear más puestos de trabajo, empleos bien pagados, empleos sindicales que no se pueden subcontratar y van a transformar nuestro sistema de transporte con las inversiones más importantes en trenes de pasajeros, la inversión más significativa en 50 años, en carreteras y puentes, la inversión más significativa en 70 años, y más inversión en transporte público de la que jamás hayamos hecho, punto».

Al terminar la que puede ser considerada como una de las peores semanas para la Casa Blanca y el Partido Demócrata por la dura derrota en las elecciones de Virginia, finalmente en el partido de gobierno tienen algo de qué vanagloriarse con la aprobación del paquete de infraestructura, pieza fundacionales de la agenda del presidente Joe Biden.

El otro pilar, el plan de gasto social y medioambiental, conocido como la Ley Reconstruir Mejor ( Build Back Better) quedó en suspenso a la espera de un informe del Congreso sobre su costo y su impacto fiscal. El acuerdo permitió destrabar un bloqueo que amenazaba con impedir la aprobación de ninguna de las leyes que se fue desarrollando a lo largo del viernes, cuando el acuerdo logrado la víspera entre demócratas centristas y progresistas se resquebrajó.

El desafió de la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, dirigido a los progresistas a que se atrevieran a tumbar una iniciativa presidencial, sumado a las gestiones de última hora que el propio Biden hizo en comunicaciones con el Caucus Progresista, destrabó el proceso con el acuerdo de los centristas de votar la agenda social apenas se reciba el informe, algo que se espera que suceda a mediados de noviembre.

Las leyes que empezaron siendo un ambicioso y costoso plan delineado en su primer mensaje ante una sesión conjunta del Congreso en abril pasado, sufrieron varias modificaciones en sus pasos por el Senado y la Cámara de Representantes, al punto que los $6 billones (trillions, en inglés) que proponía invertir el presidente en sus iniciativas quedó reducido a poco menos de la mitad en dos leyes: una de infraestructura y otra presupuestaria que incluye el gasto social.

El paquete de infraestructura obtuvo el respaldo republicano en el Senado, mientras el presupuesto social no lo logró y por tanto los demócratas optaron por aprobarlo usando el mecanismo de reconciliación, aunque cuidando mucho de no enajenar el favor de los senadores demócratas Kyrsten Sinema, de Arizona, y Joe Manchin, de Virginia Occidental, cuyas posiciones más conservadoras han limitado el alcance de las iniciativas salidas de la Casa Blanca.