Las botellas de plástico podrían ser un foco de contaminación para el cuerpo humano e incluso para los fetos de las mujeres embarazadas.

Un estudio en ratas, presentado en la conferencia anual de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia, demuestra que los plásticos ingeridos pueden acabar en los órganos del propio feto.

Desde antes, los expertos recomendaban beber en botellas de vidrio o metal ante el creciente temor de que las diminutas partículas de plástico puedan causar estragos en nuestra salud.

El Dr. Philip Demokritou, experto en nanociencia y bioingeniería medioambiental de la Universidad Rutgers de Nueva Jersey, afirmó que los resultados de los últimos estudios con animales son “muy alarmantes”.

Su estudio con roedores, publicado el mes pasado en la revista Nanomaterials, se considera la primera prueba de que los plásticos ingeridos pueden transmitirse al feto.

Del estómago del animal preñado, 24 horas más tarde los científicos encontraron microplásticos y nanoplásticos en la placenta donde se alojaba el feto

Y lo que es más importante, los investigadores encontraron esos plásticos diminutos en todos los órganos del feto, lo que apunta a posibles efectos sobre el desarrollo.

Microplásticos penetran los tejidos humanos

Estudios anteriores han demostrado que las partículas microscópicas -un subproducto de la degradación del plástico- pueden acabar en el torrente sanguíneo humano e incluso en la placenta.

Investigaciones anteriores han sugerido que las partículas de plástico que penetran en el tejido humano pueden afectar a la producción de determinadas hormonas y, por tanto, perjudicar los procesos biológicos.

Uno de los focos de contaminación por microplásticos son las botellas de plástico desechables, que pueden liberar residuos, sobre todo cuando se exponen a la luz solar, que luego bebemos.